El presidente de Francia, Emmanuel Macron, nombró a su nuevo gobierno este fin de semana en un movimiento hacia la derecha para evitar que caiga bajo una moción de censura en el parlamento, donde quedará a merced de la líder de extrema derecha Marine Le Pen.
Texto: RFI/AFP
En medio de una crisis política, Macron nombró primer ministro al veterano político conservador Michel Bernier a principios de septiembre, y necesitó dos semanas para formar una coalición con fuerzas de centro y derecha.
Macron, cuyo mandato finaliza en 2027, eligió a Bernier para formar un gobierno que el ex negociador europeo del Brexit, miembro de LR, pudiera garantizar una mayoría más estable en la dividida Asamblea Nacional (cámara baja).
Pero la coalición de izquierda Nuevo Frente Popular (NFP) ya ha anunciado que presentará una moción de censura contra el gobierno de Barnier, que podría tener éxito si la extrema derecha vota a favor.
El nuevo gobierno tiene 39 miembros, principalmente de la coalición de centroderecha de Macron y del hasta ahora partido de oposición Los Republicanos (LR, Conservador), que regresa al poder después de doce años.
Entre estos últimos se encuentra su líder en el Senado, Bruno Retaileau, que asumirá el Ministerio del Interior a pesar de causar malestar entre la izquierda y parte de la coalición de Macron debido a su postura de línea dura en materia de inmigración.
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Durante los disturbios ocurridos en los suburbios de París en 2023, Retailleau, defensor del “orden”, la “autoridad” y la “firmeza”, habló de un “retroceso hacia los orígenes étnicos” en la región con población nacida en el extranjero.
Macron también nombró al controvertido senador Laurence Garnier, opuesto al matrimonio igualitario y a las protecciones del aborto en la Constitución, como secretario de Estado para Asuntos del Consumidor, a pesar de haber sido nominado inicialmente para la cartera de familia.
Varios miembros del gobierno anterior han repetido como Sébastien Lecornu (defensa) y Rachida Dati (cultura) o han cambiado de cartera como Jean-Noël Barrot (canciller), Catherine Vautrin (regiones) y Agnes Panier-Ranacher (ecología).
En Francia, el presidente, que comparte el poder ejecutivo con el gobierno, no necesita la aprobación del parlamento para nombrar primeros ministros y ministros. La única opción para oponerse es aprobar la moción de censura.
Macron bajo presión de la extrema derecha en Francia
Existe la amenaza de censura gubernamental. Las últimas elecciones legislativas, que Macron adelantó en junio, dejaron a los tres bloques principales -la izquierda, la extrema derecha y el centro derecha- lejos de una mayoría.
La coalición de izquierda, que ganó las elecciones con 193 diputados, justificó la presentación de una moción de censura en la que Macron se negó a nombrar primera ministra a la candidata del NFP, la economista Lucie Cassets.
“Este es un gobierno ilegítimo. Si la derecha hubiera ganado, la derecha habría gobernado”, dijo el líder de extrema izquierda Jean-Luc Melenchon, mientras miles de personas se manifestaban en Francia para condenar el “gobierno Macron-Bernier”.
El presidente de centroderecha se negó a designar circunscripciones electorales en nombre de la “estabilidad”, pero su nuevo gobierno tampoco consiguió una mayoría de 289 diputados después de intentar en vano atraer a una parte de la izquierda.
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La supervivencia del gobierno de Bernier depende, pues, de la extrema derecha. Le Pen ya ha advertido que su apoyo final a la moción de censura dependerá del discurso de política general de Bernier, previsto para el 1 de octubre.
Algunas de sus líneas de trabajo, adelantadas el jueves, responden a las exigencias de la extrema derecha: “garantizar la seguridad, controlar la inmigración”, “controlar las finanzas públicas” y “mejorar la vida de los franceses”.
Sin embargo, Jordan Bardella, líder del partido de extrema derecha de Le Pen, advirtió este sábado que el Gobierno “no tiene futuro”, ya que representa, a su juicio, el regreso del “macronismo por la puerta trasera”.
Su primera prueba de fuego será la rápida presentación del presupuesto de 2025, especialmente cuando Francia no cumpla con los límites de déficit público y deuda establecidos por los estándares europeos.
La ecuación parece complicada. Bernier, que afirma haber heredado una “situación financiera muy grave”, prometió mejorar los servicios públicos, pero sin aumentar los impuestos a la clase media.
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