Los agentes de policía instalaron una barrera de vigilancia frente a Tokuito, alegando que es un perímetro de seguridad. Familiares de los presos aseguraron que solo querían orar y suplicar por sus seres queridos.
Fue sólo una advertencia, pero fue difícil. Familiares de presos políticos recluidos en el Internado Judicial de Carabobo, también conocido como Cárcel de Toquito, quisieron ofrecer oraciones, pero los policías se negaron.
Convocada para las seis de la tarde, la vigilia organizada por quienes pasaron la noche frente a la prisión durante casi tres meses sufrió graves retrasos. Los primeros en asistir fueron policías municipales Bolivariano y Libertador. La primera conversación que tuvieron fue: por ser zona de seguridad no se puede realizar ninguna manifestación alrededor de la cárcel. Durante el intercambio de palabras, la policía grabó a los presentes mientras intentaban llegar a un acuerdo. También se encontraban operativos del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), identificados por los presentes.
Finalmente, los familiares aceptaron la propuesta de la policía: permanecer en una vía perpendicular a la carretera sur, donde no habría riesgo de perturbar el tráfico. Lo hicieron porque su propósito era orar y suplicar por sus seres queridos detenidos. Se pararon frente a los propietarios de las casas a lo largo de la carretera pidiendo permiso. Todo parecía fluir.
La policía interrumpió la oración.
Estaban encendiendo las velas cuando apareció otro funcionario. Esta vez es de la policía de Karabobo. Bajo el pretexto de seguir órdenes superiores, el policía les pidió suspender sus actividades mientras le explicaba al comandante lo que allí ocurría. Se fue y comenzó la oración.
Unos minutos más tarde reapareció el oficial: “La orden es que despejen el camino”. Los presentes se encontraban en medio de una discusión, cuando llegó una camioneta del PC de la que descendió un uniformado que decía ser el comandante. Enfatizó que las ordenanzas municipales prohíben las reuniones en la vía pública. Se quejó de que por el momento sólo cometieron una infracción pero que podría convertirse en delito y de inmediato amenazó: “Tienen 10 minutos para despejar la vía o seguimos adelante”.
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Sal Okarige, uno de los organizadores de la vigilia de oración, dijo que la intención era orar y pedir que estos presos políticos tengan familias que los cuiden. “Aquí esperamos día y noche la liberación de nuestros seres queridos, que son presos políticos y, por tanto, inocentes de todos los cargos que se les imputan”.
Un abrazo después de tres meses.
Pero después de tres meses celebró poder abrazar a su hermano. Sucedió durante la visita de esta semana. Les permiten abrazarse, darles un beso y hablar unos minutos. Los guardias se quedaron cerca, escuchando a escondidas la conversación, pero afortunadamente las restricciones eran bajas, aunque el número de visitantes por recluso seguía siendo uno.
Aunque esto es un alivio, no hay motivo de celebración. La libertad no se realiza.
Yohanna Pérez alquiló un anexo cerca del penal, para quedarse durante los días previos al mismo. Vive en Kabudare, estado Lara, cambia guardia en el trabajo y cambia días festivos, para poder estar en Toquito cuando le anuncien que podrá ver a su hijo, lo cual ocurría cada 15 días. Ya son tres y cuando llega, llega el día anterior y Lara vuelve a verlo.
Tu hijo es muy delgado. Ella le dice que la comida es muy poca y sobre todo frijoles. No le dijo que había sido abusado física o verbalmente. “A veces siento que ella me oculta cosas para que no me preocupe”.
Andrea encontró a su marido muy delgado. Lo visitó tres veces, sólo la última vez, el martes 29, le permitieron dejar dulces y cinco litros de agua.
Sus dos hijos preguntan todos los días por su padre. Es el sostén de la casa, porque no trabaja. Afortunadamente cuenta con el apoyo de su familia para afrontar esta situación.
Pidió a Diosdado Cabello que llevara regalos de libertad a sus seres queridos a medida que se acercaba la Navidad. Quiere justicia, porque ya son tres meses de esta lucha y no le parece justo.
Andrea quería participar en el avivamiento para que Dios los ayudara y les diera libertad a todos estos niños. Lamentablemente la policía no compartió su creencia. “No podemos orar por nuestros familiares que están presos, no podemos orar ni pedirle a Dios, porque las tres policías, nacional, municipal y estatal, no lo permiten. A los 10 minutos dijeron que nos iban a desalojar, nos van a desalojar. “Sabemos lo que van a hacer con nosotros”.
La oración está a punto de convertirse en un crimen según la amenaza del comandante. Pero un vecino de la misma calle les prestó su patio para que pudieran orar. Todas las peticiones que había eran de libertad.
Fuente: El Carabobino
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