Siempre hay motivos para celebrar cuando se trata de grandeza. Y ese partido debe ser la plataforma para discutir la gloria de nuestro pueblo.
Hoy, con gran orgullo, conmemoramos un gran acontecimiento que abrió el camino para la segura liberación de nuestra tierra.
Es bien sabido que la batalla de Carabobo, librada el 24 de junio de 1821, fue decisiva para romper las cadenas que nos sujetaban al poder español, pero es incierto creer que el récord de tres siglos de supremacía hispánica llegara hasta allí.
Una vez derrotadas las fuerzas reaccionarias en esa gloriosa sabana —donde Pedro Camejo, más conocido como Negro Primero; Ambrosio Plaza; Manuel Cedeño y cientos más derramaron su sangre-, los realistas huyeron a Puerto Cabello, Coro y Maracaibo.
Unos meses después, una parte del ejército patriota tuvo que ser desplazada para acabar con los amos extranjeros. De lo contrario, ¿cómo explicar un conflicto importante que duró dos años y un mes en la Julia histórica?
El Libertador Simón Bolívar era tan consciente de la importancia de Maracaibo que ya le dijo a Sucre en mayo de 1823, lo sensible que era rescatar esta fortaleza real.
Sabía que si se creaban las escuadras realistas en la región, se perderían los avances logrados en la Nueva Granada, Venezuela y el Continente.
Aquel combate naval del 24 de julio de 1823, entre la escuadra colombina, la Grande, y la Armada Española, es un hecho sin precedentes que debemos recordar.
Nos referimos al conflicto entre José Prudencio Padilla, de Nueva Granada, mulato y de gran mérito para nuestra libertad, contra el capitán del navío Ángel Laborde y Navarro.
La escaramuza en el lago de Maracaibo favoreció a los patriotas tras derrotar a la escuadra española.
Pero no creas que tal hazaña fue fácil: desde principios de mayo de 1823, Padilla tomó el control del Estrecho de Maracaibo, garantizando la toma de la fortaleza y la desembocadura del río Soqui en una semana.
Debido a la intervención de los oficiales de ambos bandos, con victorias y derrotas, Punta de Palmas, Puertos de Altagracia, Capitán Chico, el puerto de Moporo, entre otros lugares, estaban dando lugar a grandes conflictos.
Del lado republicano, José Prudencio Padilla mandaba por mar y Manuel Manrique por tierra para completar la ecuación ganadora hasta la llegada de Mariano Montilla.
Aquel 24 de julio, Padilla instruyó a sus oficiales sobre las maniobras del buque en el marco de la batalla final.
Todo empezó a las 15:30 horas.
El choque hasta las 6 pm cambiará el curso de la historia.
Más de 800 muertos del lado realista dieron la victoria a los emancipacionistas.
El general Francisco Tomás Morales, último comandante de Venezuela, tuvo que rendirse.
El 3 de agosto de 1823, el oficial real se rindió así a las consideraciones liberales y humanas de la facción republicana.
No olvidemos que los que luchamos por nuestra libertad somos ahora los legítimos herederos de Domitilla Flores, Ana María Campos, Pedro Lucas Uribarri y otros que nos enseñaron que un pueblo informado siempre vence a un imperio en decadencia.
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