Fuerzas de seguridad hondureñas detuvieron este martes en un sector sur del país a 8 venezolanos que eran transportados en una camioneta pick-up por un presunto coyote o traficante de personas hondureño.
Los migrantes fueron detenidos durante un allanamiento en el puesto fronterizo de El Guasaul que comparten Nicaragua y Honduras en la región del Pacífico, donde un grupo de hondureños bloquea desde el lunes el movimiento de personas y vehículos en protesta por el traslado de pasajeros. Gran Terminal del Pacífico.
“Esta detención es producto de diversas acciones operativas realizadas entre las fronteras de Honduras y Nicaragua”, dijo.
En el operativo de “seguimiento y vigilancia” participaron agentes del Grupo de Operaciones Tácticas Especiales y de la Policía Fronteriza, añadió la policía hondureña.
El hondureño detenido, de 23 años y cuya identidad no ha trascendido, se cree “responsable del delito de trata de personas”, indicaron datos oficiales.
Según la investigación, Coyote “se encarga de reubicar ilegalmente a personas de diversas nacionalidades, engañándolas diciéndoles que los llevará a Estados Unidos y una vez que pagan para viajar a ese país, se van. Están abandonados”.
Al hondureño detenido se le entregó el dinero en efectivo, el vehículo y fue enviado al Ministerio Público para seguir el proceso legal correspondiente, según el informe policial.
Los venezolanos son llevados a una oficina del Instituto Nacional de Migración (INM), donde esperan acelerar su salida legal del país.
En las últimas décadas, el territorio hondureño se ha convertido en un punto de tránsito para migrantes, especialmente cubanos y africanos, que cruzan países centroamericanos para llegar a Estados Unidos.
Según cifras oficiales, entre enero y julio de este año unos 184.446 migrantes, entre ellos 75.880 venezolanos, fueron detenidos en Honduras por ingreso ilegal, en su mayoría con la intención de llegar a Estados Unidos.
La mayoría de los extranjeros en tránsito son atendidos en los cuatro Centros de Atención a Migrantes Irregulares (CAMI) que el gobierno hondureño ha habilitado en varias partes del país, en centros de iglesias católicas y organizaciones de la sociedad civil.