con una espátula
Un grupo de diez militares involucrados en una amenaza con arma de fuego contra civiles en el norte de Colombia fueron destituidos de sus funciones este jueves, informó el ejército.
“He decidido retirarles la confianza y el deber de portar armas”. General declarado Luis Mauricio Ospina, Comandante del Ejército en la rueda de prensa.
Según Ospina, el grupo autorizado está formado por “comandantes” que no pueden desempeñar “ningún tipo de liderazgo operativo o misión de inteligencia militar”.
Los uniformados serán investigados por la justicia militar y la fiscalía, anunció el general, sin precisar cuándo serán relevados de sus funciones.
A principios de semana circuló en redes sociales y medios de comunicación un vídeo que mostraba a un grupo de uniformados con el rostro cubierto apuntando con sus rifles a niños, mujeres y otros habitantes de zonas rurales, incidente que el gobierno describió el miércoles. Una “extrema seriedad”.
El hecho ocurrió en El Manso, vereda del municipio de Tierralta, Departamento de Córdoba (Norte).
El general Ospina admitió que se trata de militares que se han “alejado de las políticas institucionales, de las políticas del ejército nacional, de las leyes, doctrinas, normas y marcos constitucionales”.
“Este no es un incidente aislado”.
El miércoles, un helicóptero que transportaba una comisión de investigación de la Fiscalía y de la Justicia Penal Militar fue atacado a tiros cuando se acercaba a la zona y tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia en una base militar.
“El sector donde fue impactado es un corredor de narcotráfico (…), a través de inteligencia técnica se pudo establecer que el (narcotráfico) Clan del Golfo se atribuyó el hecho”, explicó Ospina.
El grupo, autodenominado Autodefensas Gaitanistas de Colombia, se formó a partir de los restos de estas organizaciones.
El presidente de izquierda Gustavo Petro comparó el comportamiento del ejército con lo que ocurrió durante el surgimiento de los paramilitares, escuadrones de derecha aliados con algunos miembros del ejército, que sembraron las semillas del terror en su guerra contra las guerrillas antes de que fueran desarmadas en 2006.
“Este no es un incidente aislado”, dijo Petro el jueves durante un evento oficial con líderes sindicales.
“¿Qué buscaban los que dieron la orden? Este no fue un mensaje para los humildes habitantes de El Manso. Correspondía a la sociedad decirles: ‘Este gobierno está hundiendo a Colombia en el caos, el caos. (…) Quienes dieron la orden querían que los terratenientes volvieran a convertirse en una fuerza paramilitar.
La Defensoría del Pueblo, organismo estatal que vela por los derechos humanos, pidió “a las autoridades esclarecer violaciones a los derechos humanos” en Tierralta, incluido un presunto “hecho de abuso sexual cometido contra una mujer indígena”.
A lo largo de medio siglo de conflicto interno, los militares se han visto envueltos en escándalos sobre abusos a los derechos humanos en Colombia.
Entre 2002 y 2008, miembros de la Fuerza Pública asesinaron a más de 6.400 civiles que fueron presentados como guerrilleros caídos en combate en una práctica espantosa conocida como “falsos positivos”, según un tribunal que investiga los peores crímenes de la guerra.
“No más soldados deberían disparar contra jóvenes y matar a agricultores”, declaró Petro. AFP