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Alberto José Barrera Tiszka Un hombre generoso con una pluma: Narrador, poeta, columnista y guionista, Premio Herald de Novela 2006 y Premio Tusquets de Novela 2015 Patria o muerte.
El jurado consideró que “merecía un premio tan importante por atreverse a contar las vivencias cotidianas de un grupo de personajes”. “La realidad de Venezuela es poco tolerable”.
Destacaron la “capacidad” del autor para hacerlo con un “ritmo narrativo absorbente”, que refleja el “dolor y la complejidad” de algunas personas. Una vida regida por la histeria y la excitación Un “país está esperando un líder carismático”.
El estilo de escritura de Alberto tiene humor y originalidad y se nota cuando puede decir cosas muy difíciles con un verbo versátil que incomoda al referente y deleita al lector. Ha publicado novelas, cuentos, colecciones de poesía y libros de no ficción. Junto a Cristina Marcano, autora de la primera biografía de Hugo Chávez, lo representó desnudo y sin uniforme.
Esa misma entrega lo metió Patria, que escribió junto a la periodista Sarai Suárez y que le regaló un texto relevante sobre la obra de la ganadora en el Festival de Fotografía de Arlés, Olenka Carrasco. Esta obra se ha convertido en un libro de colección, que rebosa arte desde todos sus ángulos y que reúne, Bajo el reflejo del duelo, ¿cuál es la distancia entre la patria y la muerte?
Alberto lo dice.
— La obra “Patria” de Olenka Carrasco tiene como eje principal la muerte del padre. En cierto modo, une a un país polarizado entre una historia de duelo y resignación que se ha repetido y se sigue repitiendo para más de 7 millones de migrantes venezolanos: la muerte de familiares que sufren desde lejos. ¿Qué significa para ti esta realidad, la has pasado?
-Personalmente no he pasado por esta experiencia. Pero conozco muchos casos de este tipo. El proceso migratorio de los últimos años representa una enorme sacudida en la identidad de los venezolanos, en nuestra percepción de nuestro país, de la vida, de nosotros mismos y de nuestras relaciones con los demás. Nunca fuimos inmigrantes. Los inmigrantes también se encuentran en una emergencia. Migrantes desesperados Y toda inmigración es, sin duda, un duelo. Y creo que eso es parte de la maravilla del trabajo de Olenka: nos confronta con ese conflicto, profundiza en esa doble dimensión de patria y pérdida.
– ¿Cree que obras como Patria de Olenka pueden superar el olvido, recuperar la patria perdida, unir a los venezolanos, de cierta manera?
– No sé si podemos esperar tanto del arte, pero eso espero. Me gusta la forma en que formulaste la pregunta. Por supuesto que se trata de vencer al olvido. Esta es una de las funciones más importantes de la prevención. El fracaso de la industria del culto a la personalidad es una gran derrota para el chavismo. Pero eso no es suficiente. Es necesario mantener viva la memoria, la historia, la vida y la muerte de las víctimas. Y convertirlo en una experiencia sensorial y estética. Como lo hace Olenka, me parece imprescindible, fundamental.
— En uno de sus ensayos usted confirma que no sorprende que el Cuartel de la Montaña, donde está enterrado el expresidente Hugo Chávez, se haya transformado en una naturaleza muerta. Esto me lleva a preguntarte a modo de reflexión ¿Qué importancia tiene crear nuevos símbolos para este arte del caos?
— Es interesante ver cómo el chavismo no sólo ha arruinado y destruido las fortunas del país, sino también el gran legado simbólico que dejó Chávez. Uno de sus líderes se dedicó permanentemente, de manera narcisista, a construir una nueva simbología… pero, tras su muerte, todo se vino abajo. Ni siquiera la retórica de las sanciones –que es una historia que suele funcionar– ha funcionado bien en Venezuela. Las tragedias socioeconómicas han consumido los discursos y se necesitan nuevas historias, un nuevo símbolo que se esté construyendo, no sólo dentro del país, sino también en el nuevo país que vive y respira más allá de nuestra geografía.
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– Todo se transforma. ¿Qué se traduce en distancia el dolor de la muerte en Venezuela? ¿Qué opinas del quehacer artístico, intelectual y literario después de dos décadas en el país de la memoria que permanece en el camino del exilio?
– Todo lo que pasa es muy difícil de arreglar. Vivimos en una corriente de rápido movimiento que ocurre en muchos lugares al mismo tiempo. Creo que esto es algo que sólo podrá verse y analizarse con más claridad y disciplina dentro de unos años. Pero hay mucha gente que crea, intenta darle alguna forma artística o expresiva a lo que sucede. Y no pienso sólo en Patria de Olenka, en la reciente película Simón, en la cantidad de obras literarias que se escriben ahora dentro y fuera del país. También pienso en el periodismo. Es sorprendente lo que está haciendo el periodismo independiente venezolano.
– Francisco Arias Cárdenas teme que sus hijos sean etiquetados como los que destruyeron el país. Recuerde que cualquier paisano que fue perseguido sólo por estar con Marcos Pérez Jiménez, llama a que el odio y la bronca se dobleguen. Incluso recuerda a los universitarios que protestaron contra Julia, quien los envió a casa sanos y salvos. ¿Qué preguntarle después de esa declaración?
—Vi la entrevista que Vladimir Arias le hizo a Cárdenas. Y también me sorprendió mucho esa afirmación. En esencia, Arias Cárdenas, sin proponérselo, trazó un paralelo entre chavismo y peregimenismo. Quizás la entrevista podría haber ido más allá. Fue el reconocimiento de la dictadura. En realidad, si mal no recuerdo, Arias usó la palabra “minions”. Citó el temor de que los chavistas también fueran percibidos -y perseguidos- como nuevos seguidores de una nueva dictadura militar. Las personas también se expresan a través de sus miedos.
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