El Fluminense brasileño derrotó este sábado al club argentino Boca Juniors, tras un animado partido que tuvo que decidirse en la prórroga, para conquistar su primer título en la máxima competición continental de Sudamérica, la Copa Libertadores.
La gran final, disputada en casa por la gripe en el mítico estadio Maracaná de Río de Janeiro, estuvo llena de emoción de principio a fin, pero terminó de forma agridulce para los Genjies, que se quedaron lejos de su séptimo título en la competición.
Desde el principio, el club argentino jugó con confusión, pasividad, prácticamente indecisión y actitud conservadora. Por eso, se fueron al descanso perdiendo 0-1 después de que Germán Canó adelantara a los locales.
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La segunda mitad fue estúpidamente diferente. De la imagen se introdujeron garras y corazones con el impulso de jugar. Con 20 metros de ventaja y con otra determinación, jugó un partido completamente diferente.
Un espectacular zurdazo de Luis Advíncula desde fuera del área acabó empatando el partido. A partir de ahí todo le correspondía ganar, ya que Fluminense sintió el dolor y se desplomó.
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Sin mucha luz el tonto empezó a buscarlo. En cuerpo y espíritu era más que Flu, pero ahí le faltaba, la sensación de aprovechar las oportunidades, de ser más agresivo con el momento, las ventajas que ofrecía el rival.
Finalmente los 90 minutos llegaron a su fin y la prórroga parecía una oportunidad para que Boca pusiera el broche de oro. Pero Fluminense aprovechó la oportunidad y un disparo de John Kennedy en el noveno minuto de la prórroga selló el partido para los brasileños.