con una espátula
El 22 de noviembre de 1963 el mundo cambió, aunque ahora sea común decirlo o escribirlo. A las 12.30 horas de aquel día, que por la mañana estuvo nublado pero poco a poco se fue despejando, opositores y entusiastas de John Fitzgerald Kennedy (trigésimo quinto presidente de Estados Unidos), se reunieron en los alrededores de la Daley Plaza de Dallas (Texas) para observar el pasaje. En su compañía escucharon el primero de los tres disparos (según el informe oficial facilitado por la Comisión Warren) que acabaron con la vida y la carrera del político que había anunciado una serie de cambios profundos en la estructura de Estados Unidos.
por Clarín
Años más tarde, el escritor Norman Mailer se refirió a la extraña sensación que flotaba en el aire desde las primeras horas de aquel fatídico día como un “efecto dominó”. Un adelgazamiento general del ambiente y de la atmósfera que presagiaba la tragedia y que cada norteamericano sintió a su manera, dondequiera que estuviera.
Es difícil saber qué estaba haciendo el fiscal de distrito de Orleans Parish, Luisiana, en ese preciso momento. JFK (1992), el primer minuto de la película de Oliver Stone que narra su investigación del caso Kennedy, lo muestra encerrado en su oficina, absorto en el trabajo.
Uno de sus asistentes entra a la oficina y le cuenta lo sucedido. El fiscal visita un bar cercano para seguir los acontecimientos por televisión, y allí contempla de forma muy gráfica las profundas divisiones políticas y sociales que azotan a su país.
Cuando un presentador de noticias anuncia la muerte del presidente, aparece la cara triste de los seguidores de Kennedy, por un lado, y la celebración despiadada de los opositores más radicales, por el otro. “Hoy me avergüenzo de ser estadounidense”, le dice Stone al fiscal, que no puede creer lo que está pasando.
“Se sumergió en 26 volúmenes de informes oficiales con la curiosidad de un lector de novela policíaca.”
La misión de un cruzado
James Carother Garrison nació el 20 de noviembre de 1921 en Denison, Iowa. Sirvió como piloto en la Fuerza Aérea durante la Segunda Guerra Mundial y se licenció en derecho en la Universidad de Tulane en 1949.
Afiliado al Partido Demócrata, trabajó para el FBI durante dos años y luego se incorporó a la firma Deutsch, Kerrigan & Steely, hasta que en 1961 ganó las elecciones para hacerse cargo de la fiscalía del distrito de Nueva Orleans, desde la que combatió con especial vigor la La llamada “concentración del vicio” en el “Barrio Francés”, donde el juego y la prostitución estaban a la orden del día.
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