con una espátula
Sólo unos pocos países en el mundo han renunciado a tener un banco central en sus instituciones, y casi todos son en realidad países pequeños: Kiribati, Tuvalu, Andorra, Islas Marshall, Isla de Man, Mónaco, Nauru, Micronesia, Palau. o el diminuto principado de Liechtenstein -en el corazón de Europa-, de algunos ejemplos.
Por la BBC
El único nombre en esta lista con una población de millones es Panamá, que coincide con el resto en utilizar moneda extranjera como moneda de curso legal. En este caso dólares.
El presidente electo de Argentina, Javier Millay, que ganó las elecciones del domingo con más del 55% de los votos, puso sobre la mesa una propuesta para “dinamitar” el Banco Central de la República, que no es como sobrevive un país.
Lo primero que pierde un país sin un banco central es una política monetaria soberana independiente. Es decir, no puede fijar tasas de interés o tipos de cambio frente a monedas internacionales. No puede imprimir dinero ni financiar el gasto público del estado.
La institución también es responsable de supervisar los bancos comerciales y los sistemas de pago, ya que está a cargo de regular el sistema financiero para que sea sólido y confiable. Y también tienen el poder de gestionar las reservas internacionales.
Su papel es importante porque afecta las finanzas del país y el valor de la moneda nacional.
Por lo tanto, si un país decide reemplazar su moneda nacional por una moneda extranjera –como Panamá por el dólar o Mónaco por el euro– los principales poderes de un banco central pierden su sentido.
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