Por María Laura García
La intensidad del enfado o la rabia puede variar, así como la causa, ya sea externa o interna; Pero también es normal sentirlo, porque, aunque veamos la ira como algo negativo, no deja de ser una emoción, y como todas las emociones, es necesaria y adaptativa. ¿Por qué? Porque la ira nos impulsa a actuar, a defendernos, a luchar contra situaciones injustas.
Cuando sentimos ira, el ritmo cardíaco y la presión arterial se alteran y aumentan los niveles sanguíneos de norepinefrina y adrenalina; Y a partir de ahí se producen muchos otros cambios orgánicos, si persisten en el tiempo, no siempre para mejor. Y aquí es donde quiero centrarme, que no se trata de sentir rabia o rabia, sino de cómo y cuánto tiempo lleva recuperar el buen humor y superar la ira. La ira no resuelta afecta nuestro espíritu, nuestro cuerpo y nos roba energía para vivir bien y lograr cosas positivas.
Consecuencias de la ira…
Aparte de afectar a nuestra presión arterial, la ira también puede predisponernos a sufrir problemas cardíacos, úlceras, cáncer o enfermedades relacionadas con el dolor crónico. Por no hablar de su impacto negativo en las relaciones sociales y personales.
Cuando estamos enojados, la tensión, el ritmo cardíaco y la frecuencia respiratoria aumentan, lo que con el tiempo daña las arterias, provocando taquicardia y sobrecargando el corazón por bombear demasiada sangre. Aumenta la producción de sustancias químicas como la adrenalina, que pueden desequilibrar las funciones biológicas, pero también el sistema inmunológico.
Por otro lado, la ira provoca calambres, dolores musculares, dolores de cabeza y puede provocar gastritis, colitis y dermatitis.
¿Qué sugieren los expertos para procesar mejor nuestra ira?
Controlar nuestro temperamento es un desafío y hago hincapié en que la ira es una emoción normal, incluso saludable, pero es importante afrontarla de manera positiva. Lo primero y más importante es pensar “mil veces” antes de hablar, es decir, respirar y organizar tus pensamientos, intentar hablar cuando el enfado haya pasado. Incluso permite que otros hagan lo mismo y no reaccionar; Y si no, al menos no tienes que disculparte por lo que hacen los demás. Una vez tranquilo, podrás expresar tu visión desde la serenidad. Exprese su frustración de manera firme y sin confrontaciones.
Por ejemplo, cuando estoy muy enfadado voy a hacer ejercicio, porque reduce el estrés que provoca el enfado. La idea es tomarse un tiempo, una pausa o un espacio. Tomo breves descansos en los días estresantes porque me ayuda a sentirme mejor preparado para afrontar lo que viene sin estresarme.
Otra cosa que me funciona es centrarme no en lo que me hizo enojar, sino en soluciones y pasos para salir del momento incómodo. Intento ser realista sobre lo que puedo cambiar y lo que no. Y trato de no culpar, sólo pido disculpas si me toca, y si no, trato de no dictar, solo resolver. Si es así, también me centro en el perdón, ya que es una herramienta poderosa. La amargura y los sentimientos de injusticia nos abruman, nos roban la claridad mental y nos enferman.
Otra cosa que me ayuda mucho a reducir la ira es el humor y aprender a reírnos de nosotros mismos. Evite el sarcasmo, ya que lastima a los demás y puede empeorar las cosas.
Intenta relajarte a cualquier precio, con frases que te repites una y otra vez, fija tu mente en lo que quieres hacer, en definitiva, te conoces a ti mismo y sabes qué es lo que cambia tu estado de ánimo para mejor; Algo maravilloso para mí es la música.
Cuando te enojas nada de esto te puede ayudar, busca ayuda profesional porque no hay fuerza que nos enferme más que la ira o la rabia.
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