Caracas Al Dia
Mucho se ha hablado de Juana, alias “La Peque”. Muchos de ellos son difíciles de creer. Nació en el estado de Hidalgo y en el apogeo de la guerra contra las drogas comenzó a trabajar para una de las organizaciones criminales más temidas de América Latina: el cartel de los Zetas.
Gibrán Casas Sedillo infobae
Antes de convertirse en ‘zeta’, trabajó como cocinera, camarera y trabajadora sexual, pero ella misma confesaría en una entrevista para Vice: “Fui rebelde, drogadicta y alcohólica desde muy joven”. A los 15 años quedó embarazada de su primer marido, veinte años mayor que ella.
Una vez en las filas del crimen organizado, comenzó como un halcón, pero él mismo admitió que con el tiempo se convertiría en algo más que un simple vigilante que simplemente informa operaciones militares y policiales al alto mando de la organización.
En su momento se dijo que todo Hidalgo era de los Zetas. En especial Heriberto Lazcano Lazcano, Lazca, Verdugo y/o Z-3, quien se dio a conocer entre otras cosas por construir una gran iglesia en San Juan de los Lagos.
“La Peck” entró en contacto por primera vez con Los Zetas en 2008 mientras trabajaba en un bar. En una de esas tantas ocasiones en que ella y otras chicas que trabajaban en el bar se sentaron con un cargador plano, le pidieron su número de teléfono.
“Un viernes me llamaron al celular y me pidieron que buscara ocho chicas para la fiesta. Para quedarnos allí de diez de la noche a cinco de la mañana nos dieron 20 000 pesos a cada uno y además nos dieron mucho de beber. Otra noche los muchachos me pidieron prestada mi casa para una fiesta y como agradecimiento me dieron una partición de cocaína de fresa lavada”, relató.
Sin embargo, no hubo vuelta atrás cuando llegó noviembre de 2010. En una de sus visitas a la ciudad que visitó, él y un amigo fueron reclutados prácticamente a la fuerza. “Fuimos a un pueblo a unos 30 minutos. Nos presentaron al comandante. Todo fue muy rápido. Él solo dijo: ‘Está bien, cabrón, ellos comienzan a trabajar mañana, aquí está su teléfono móvil; Ahora mismo van a una gasolinera a comprar unos chips y unos cargadores”.
“La facilidad con la que ya me he embarcado, ya me han valorado, ahora soy el Zeta”.
Después de presentarse al comandante, “La Peck” y su amigo fueron a la gasolinera y les dijeron que recogieran cargadores y chips. Luego van a casa de un amigo a cargar sus teléfonos móviles. Dos horas después, sus nuevos jefes ya los habían llamado para explicarles a quién y qué tipo de asuntos debían reportar.
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