con una espátula
Carlos Becerra (Bloomberg)
Después de una tormenta hiperinflacionaria histórica en América Latina, que desató un desorden de precios sin precedentes que asoló la economía a partir de 2016, los índices de precios en Venezuela finalmente están comenzando a perder terreno. La tabla del banco central promedió el 3,2% en noviembre, la más baja del país en muchos meses, y continuó una marcada caída en octubre y septiembre.
Escrito por: El País
Con estos movimientos, Venezuela está camino de ceder el primer lugar de la clasificación. El promedio anual actual se sitúa en el 185%, todavía alto, pero muy lejos de los años locos del 4.000% y 6.000% en 2016 o 2017.
Lo han sugerido expertos, como Henkel García, director de la consultora Albasdata, asegurando que, si el conflicto político no se sale de control -cosa que está por ver-, el país podría acabar finalmente con una tasa de inflación de dos dígitos. en 2024. .
Con una tasa de crecimiento modesta después de 2023, también se espera que la economía se expanda en 2024 gracias a la recuperación de los ingresos fiscales debido a la eliminación o relajación de las sanciones energéticas por parte de Estados Unidos. Francisco Rodríguez, académico de la Universidad de Denver, estimó que la expansión del PIB podría oscilar entre 2 y 6 por ciento. Algunos hacen cálculos más optimistas.
Cuando Nicolás Maduro asumió el gobierno en 2013 para continuar el legado de Hugo Chávez, la corrupción galopante en casi todos los ámbitos, así como una política hostil de nacionalización con el endurecimiento de los controles cambiarios, financieros y comerciales, produjo en 2014 un crash cambiario. eso dejó a Venezuela con escasez de divisas y empeoró gravemente la sangría.
Durante casi todo el siglo XX, el país tuvo una envidiable estabilidad cambiaria, que se prolongó durante décadas, y tuvo una de las tasas de inflación más bajas del mundo hasta los años 1980. Las sanciones internacionales impuestas al gobierno de Maduro por Estados Unidos, la Unión Europea y otros actores exacerbaron la tormenta creada por el chavismo y ataron las manos del ejecutivo, provocando también el colapso de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). La petrolera cayó bajo las garras de la corrupción.
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