con una espátula
El domingo 29 de diciembre de 2013, Michael Schumacher salió a disfrutar de la nieve en los Alpes franceses como ya lo ha hecho muchas veces junto a su hijo Mick. El siete veces campeón del mundo de Fórmula 1 se convirtió en un experto esquiador y, como cada invierno europeo, de Vice surgió otra de sus pasiones. Fue en la estación de Méribel donde una jugada del destino le jugó una mala pasada al hombre que corrió cientos de veces a velocidades de más de 300 kilómetros por hora. Se cayó, se golpeó la cabeza con una roca y cinco días antes de cumplir 44 años su vida cambió para siempre.
Por Infobae
Ha pasado más de un año desde que anunció su retirada confirmada tras regresar a la Máxima durante tres temporadas entre 2010 y 2012 para ayudar a Mercedes a volver a ser un equipo completo. Fue gracias a la empresa alemana que le dio una oportunidad en su equipo Sport Prototype a finales de los años ochenta. Fue reemplazado por Lewis Hamilton, quien lo empató en número de coronas y ambos son la mayor cantidad de ganadores en los 73 años de historia de la división.
Bajo el bólido, Schumacher se dedicó por completo a compartir sus días con su esposa, Corinna, y sus hijos, Mick (es piloto y corrió en F1 durante dos años) y Gina-Maria. Se le vio en los circuitos en alguna ocasión, pero sus apariciones no fueron muy frecuentes.
Sin embargo, una vez que tuvo su accidente, comenzó el drama para Kaiser y los medios de comunicación despertaron de su letargo en los días en que no había grandes eventos deportivos. Los portales explotaron, pero desde el primer minuto poco se supo sobre el estado de salud de Alemania. La información se filtró lentamente y se reveló que el casco que llevaba se rompió con el impacto y el soporte metálico de la cámara montada se atascó en su cráneo.
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