Por María Laura García
Muchos están enojados con la vida, lo reconozcan o no, y viven cada día, transmitiendo esta carga tóxica a los demás, haciendo que el mundo sea menos habitable y amigable para todos.
¿A qué y a quién me refiero con esto? Pues para aquellas personas que guardan en su corazón la frustración, la ira, la rabia y un número ilimitado de sentimientos oscuros sin querer adivinar, para que sean capaces de trabajar en ellos desde el reconocimiento y por tanto, no herir ni maltratar a los demás. Me refiero a aquellas personas cuyas diferencias de vida se traducen en críticas constantes a todo y a todos, que están inmersas en una ola de negatividad que se manifiesta en malas miradas y actitudes.
Son aquellos que sienten que nada es posible y no se conforman con ello, tropiezan por los demás, porque quieren detener a los demás para no encontrarse ellos mismos en tanta desventaja. Describo a estos seres que están enojados con la existencia, que dicen que no a todo porque en su opinión no se puede hacer ni intentar nada, porque ven la vida fea. Un ejemplo: son personas que escriben a otras en la red que reflejan su manera de ver el mundo y la negrura de su alma.
¿Qué es la ira? ¿Por qué la mayoría de la gente siente ira sin saberlo?
Quienes estudian el comportamiento humano confirman que la ira y el resentimiento son emociones comunes que surgen en respuesta al estrés; O por pérdida de control y previsibilidad, o por ansiedad por no poder cubrir las necesidades básicas. Todo lo anterior puede contribuir a los sentimientos de ira.
Amigos, muchas veces, los sentimientos de tristeza y ansiedad se expresan como enojo. Por lo tanto, sin saberlo, las personas no asumen que ese enojo e insatisfacción con la vida, lo expresan a través de acciones y comunicación “pasivo-agresivas” hacia su entorno, especialmente aquellos que no pueden defenderse o no responden a dicha agresión, por ejemplo: un cliente que entra a nuestro lugar de trabajo, un colega, el chico que va en el auto de adelante, la persona con la que nos topamos en las redes sociales y creemos que lo conocemos, etc.
Examina tu corazón, identifica su ira y actúa en consecuencia…
Los psicólogos señalan que es normal estar enojado durante 30 o 40 minutos por algo, e incluso es beneficioso porque nos hace competitivos, pero cuando ese enojo o irritación dura más de 4 horas, se vuelve patológico y dañino. En el cerebro y en nuestro cuerpo. Organismos en general, a medida que aumentan los niveles de cortisol sérico, aumentan las hormonas relacionadas con el estrés y los niveles de glucosa en plasma.
Otro motivo de enfado: nos comparamos constantemente
Consciente o inconscientemente, “veo que a los demás les va mejor que a mí y a mí me cuesta mucho”, y esa comparación constante a la que nos someten las redes sociales pudre el alma de muchos.
Parece que todos nos enojamos cuando otros consiguen algo que queremos y esto se llama “celos”. Pero pensamos que sólo nosotros tenemos celos, porque es un sentimiento que está oculto y lamentablemente parece ser parte del “software” humano.
¿La razón? Porque nos comparamos constantemente y nos incomoda ver que otros tienen más que nosotros. Al igual que la mentira y la infidelidad, sentir celos es adaptativo, hasta que nos sentimos descubiertos. Por eso muchos niegan sus celos y nos hacen sentir culpables por ello.
Además, hoy en día, las redes han aumentado nuestro resentimiento hacia el éxito de los demás, e innumerables personas se sienten más insatisfechas con sus vidas después de visitarlas porque descubren que su resentimiento hacia la “buena vida” de los demás ha aumentado. La violencia es un fenómeno que tristemente define cada vez más al mundo.
¿Tienes buenos o malos sentimientos?
Depende de cuánto conocemos y aceptamos esos sentimientos. Cuánto actuamos sobre ellos y los transformamos o no, para bien o para mal. De hecho, los sentimientos no tienen por qué ser políticamente correctos, no necesariamente lo son, porque existen para adaptarse a nuestras circunstancias.
Por ejemplo, los celos actúan como una alarma positiva ya que, si somos emocionalmente inteligentes, nos permiten comprobar nuestra inferioridad en algunos aspectos y trabajar para contrarrestar esa debilidad, para ser mejores. Ahora bien, cuando alguien te dice “no tengo celos” puede ser y muy válido, porque en ese momento se siente satisfecho en cierto aspecto de su vida y sale bien librado ante la comparación.
Pero finalmente, quien siente que no tiene celos, en un momento determinado, puede sentirlo más tarde, cuando quiere algo que puede conseguir.
En resumen, lo que quiero decir es que nadie puede escapar de este sentimiento. Por eso te propongo dejar de sentirte culpable por ello y empezar a responsabilizarte de canalizarlo.
Este artículo es una invitación a reconocer tu estrés, tu ansiedad por falta de control, tu enojo, tu ira, tu frustración y tus celos, para tener una vida más amable para ti y evitar que tus sentimientos no reconocidos dañen a los demás. Sé responsable de tu vida. Simplemente eso.
La existencia no es fácil, pero tampoco tienes que culpar a los demás y herirlos porque no eres capaz de darte bienestar emocional.
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