Caracas Al Dia
El invierno europeo suele ser un estancamiento antes de la presentación de un coche de Fórmula 1. Mientras varios de sus héroes estaban de baja, la Máxima sufrió un duro golpe por primera vez en sus 74 años de historia con la salida de Lewis Hamilton de Mercedes y su paso a Ferrari de cara a 2025. Nunca antes un día tan horrible había aparecido en perspectiva. Lo más novedoso. Pero hay una historia detrás de la decisión del inglés de 39 años que se remonta a dos temporadas atrás, cuando empezó a dar señales de un ciclo completo.
El 12 de diciembre de 2021, Hamilton estaba a una vuelta de ganar su octavo título y convertirse en el piloto más exitoso de la historia. Pero esa decisión del entonces director de carrera de la F1, Michael Massey, en el punto muerto final, permitió que Max Verstappen se quedara atrás y que el inglés ganara la carrera. Con neumáticos nuevos (luego los cambió con el coche de seguridad en pista), el holandés dio al británico la victoria y el primero de sus tres campeonatos.
Para 2022, el Maxima ha sufrido importantes cambios de reglas y regresa después de 40 años el efecto suelo, una variante aerodinámica que mantiene los autos pegados al suelo y gana velocidad en las curvas. Pocas personas tenían un as bajo la manga para esta nueva era técnica, y uno de ellos era Adrian Newey, diseñador de todos los coches Red Bull y que trabajó para el equipo Fittipaldi a principios de los años ochenta, por lo que conocía perfectamente el efecto suelo.
Red Bull ha tenido el mejor coche durante dos años y Verstappen lo aprovechó con su manejo y rendimiento para destrozar al RB 18 y al RB 19, como se denominaron los dos últimos modelos de la escudería austriaca. Mientras tanto, el sueño de Hamilton de conseguir una octava corona se vio truncado y estuvo dos temporadas sin ganar una carrera, algo sin precedentes en su campaña en la Máxima.
Las quejas inglesas en la radio estuvieron acompañadas del agravante de escuchar directamente las retransmisiones de las carreras. La discusión más ruidosa se produjo en Austria el año pasado, cuando Toto Wolff, el jefe de Mercedes y amigo personal de Hamilton, admitió ante Lewis que “sabemos que el coche está mal”. El inglés no se quedó atrás y respondió: “El problema es todo el coche”.
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