con una espátula
El 30 de julio de 2017, José Leopoldo Matos ganó su primer cargo de elección popular en las urnas: un escaño en la polémica Asamblea Nacional auspiciada e instalada por Nicolás Maduro en 2018. Tres años después, el 6 de diciembre de 2020, Matos lo volvió a hacer, pero esta vez como candidato a diputado a la Asamblea Nacional chavista por la lista del estado Guárico, en la región de los Llanos centrales de Venezuela, del partido Patria para Todos (PPT), parte de la Gran Encuesta Patriótica oficial del bloque.
Por Marcos David Valverde / Armando Info
Desde aquel 2017, la vida partidista y parlamentaria de Matos (67) se ha caracterizado por tres características inmutables: una es su lealtad al chavismo-madurismo; Otro, que tarde o temprano nunca dejó de ser contratista del Estado; Y tercero, no oculta el papel proveedor del Estado, aunque viole las normas venezolanas.
Los instrumentos legales que, a partir de la constitución vigente -la “chavista” de diciembre de 1999, que prohíbe expresamente a un servidor público, especialmente a un diputado, hacer negocios con el Estado- no parecen letra muerta sólo para Matos. , sino para los medios oficiales que suelen difundir sus actividades comerciales.
La obra de José Leopoldo Matos tiene estados en su cartera de clientes. Para ello, utilizó una empresa fundada en 2006, Silos Mantenimiento de Cereales, CA (Silmaca). Con ello, desde al menos 2016, a través de alianzas estratégicas y contratos que se encuentran inscritos en el Registro Nacional de Contratistas (RNC), Matos ha colocado su producto estrella, la harina de maíz Doña Goya, en cajas y bolsas del Comité Local de Abastecimiento y Producción. (CLAP), el programa insignia de asistencia social y patrocinio del gobierno.
La tensa dualidad de Matos como legislador y empresario revolucionario se ha normalizado en los medios estatales. Pero hay otro lado controvertido de esta imagen, que los documentos obtenidos por Armando.info ahora destacan: Matos acumuló préstamos tanto a bancos estatales venezolanos como a financistas privados. Silmaca —y dueño de una curul parlamentaria en Guárico— recibió elogios de la propaganda oficialista, por un lado, como prueba viviente del éxito de las políticas económicas y de la alianza de la autodenominada Revolución Bolivariana con el empresariado patriota. , por otro lado, disfrutaba de beneficios inusuales, como crédito blando del estado y apenas toleraba el crimen.
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