El gobierno de Nicolás Maduro informó este domingo que presentará a la Asamblea Nacional un proyecto de “ley contra el fascismo” que tiene claramente como objetivo aprobar a la oposición, a la que califica reiteradamente de “fascistas”.
La noticia fue anunciada por la vicepresidenta Delsey Rodríguez como “cualquier expresión neofascista en la práctica de la política y la vida nacional”.
“Esto es en respuesta a los incidentes de violencia en el país en 2014, 2015, 2017”, añadió Rodríguez, refiriéndose a las protestas antigubernamentales que han dejado más de 125 muertos y miles de heridos y detenidos como resultado de la represión del gobierno.
En 2017, recordó la AFP en una nota, Maduro propuso la “Ley Contra el Odio, la Convivencia Pacífica y la Tolerancia”, un instrumento que la oposición acusa de criminalizar la disidencia.
La primera detención después del reglamento, aprobado por la Asamblea Constituyente oficialista que desplazó efectivamente al parlamento, entonces con mayoría opositora, se produjo en 2018 e involucró a dos personas que protestaban por la escasez de alimentos.
El texto castiga a los condenados por “incitación al odio”, por ejemplo con hasta 20 años de prisión. ¿Se necesitan otras leyes para seguir persiguiendo la disidencia además de las que se aplican comúnmente a los delitos relacionados con el terrorismo? ¿O es una regulación que tendrá algún tipo de aplicación retrospectiva?
De todos modos, no deja de ser curioso que precisamente por la represión y persecución política del Estado contra los manifestantes de ese año, Venezuela esté siendo investigada por crímenes de lesa humanidad en la Corte Penal Internacional.