con una espátula
La central nuclear de Zaporizhia, en la ciudad de Enerhodar, en el este de Ucrania, se encuentra en medio de una crisis sin precedentes que amenaza con desencadenar un desastre de proporciones catastróficas. La instalación, la más grande de Europa, ha sido testigo de una serie de incidentes que han generado temores sobre su seguridad y estabilidad, poniendo en peligro no sólo a Ucrania sino a toda la región.
Desde que Rusia lanzó su invasión en 2022, la central nuclear ha estado bajo ocupación militar por parte del Kremlin, lo que ha aumentado significativamente los riesgos asociados con su operación. El 27 de febrero de 2022, apenas tres días después del inicio de la invasión rusa, las tropas rusas avanzaron hacia Enerhodar, enfrentándose con residentes locales y empleados de la planta que intentaban defenderla de una agresión militar.
A pesar de los esfuerzos de las comunidades locales y las autoridades ucranianas para impedir que las fuerzas rusas ingresaran a la planta, el 3 de marzo se produjo un trágico giro de los acontecimientos. Las tropas rusas tomaron el control de la central nuclear tras un violento enfrentamiento que se saldó con un incendio y daños importantes en la instalación. Desde entonces, la planta ha estado bajo el control operativo de Rosatom, la corporación nuclear estatal rusa, que ha expresado serias preocupaciones sobre la gestión y la seguridad de la instalación.

La ocupación rusa provocó varios problemas dentro de la planta, incluida una grave escasez de personal cualificado. Antes del ataque, la central nuclear mantenía altos estándares de seguridad respaldados por la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA). Sin embargo, desde entonces, los trabajadores se han visto obligados a trabajar bajo presión, con informes de abusos, torturas y violaciones de derechos humanos por parte de las fuerzas de ocupación rusas.
Además de los problemas internos, la central nuclear enfrenta desafíos externos que aumentan aún más el riesgo de un desastre nuclear. La presencia de tropas y equipo militar rusos alrededor de la planta ha generado preocupaciones de seguridad y ha llevado a la comunidad internacional a expresar preocupación por la situación. La falta de cooperación de Rusia con la OIEA y otras organizaciones internacionales ha obstaculizado los esfuerzos para abordar los riesgos y garantizar la seguridad de la planta.
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