Come-Bur es un piloto de nueve minutos de un cómic creado íntegramente por talento venezolano, con altísima calidad de producción y calidad internacional, que finalmente salió al ruedo con el deseo de conseguir un patrocinador para convertirse en una serie totalmente animada hasta los 52 años. . -Cada episodio de la hora que pueda introducirse en el mercado competitivo de la industria con el único fin de entretener y entretener.
Al menos, este es el leitmotiv que sugieren sus creadores Adrián Díaz (director de proyecto), Jeanette Hernández (productora) y Leonardo Gimon (director de arte), juntos un ejército de colaboradores que, después de dos años de trabajo frenado por diferentes profesiones, orgullosamente Para los medios pudo mostrar la divertida historia de “una chica inteligente que quiere ser la inventora más famosa del universo y pone a prueba sus inventos resolviendo problemas cotidianos de niñas y niños”. La niña pasa por diversas experiencias en su mundo especial frente a otros personajes como una muñeca llamada Liz, robots de construcción y algunas obras de arte espectaculares.
Se pueden observar referencias a la idiosincrasia criolla, como el tintineo de los acordes del cuatro cam-bur-pin-ton y el uso de expresiones como “¡Ai, chiamo”!, “¡Mistolin!”, “¡Aquí echa!”, “¡Ponte las alpargatas que lo que viene es Zoropo!” o la presencia de un plátano al fondo, entre otros aspectos con los que sus creadores intentan resaltar su interés por resaltar el producto sin exagerar algunos de nuestros valores identitarios.
“La idea es demostrar que en el país se pueden hacer cosas”, destaca Jeanette, quien junto a Leonardo y Adrián forma parte del equipo llamado Wambo Lab, aunque aún no es una investigación, formando un equipo para poder hacer más. proyectos conjuntos, con la particularidad de que se están realizando talleres para capacitar a personal especializado y cuyas convocatorias se pueden encontrar en la página www.wambolab.com y @wambolab.
Ningún niño está loco solo.
Lo que en un principio parece un universo de chavales locos que deambulan por universos paralelos, dedicados al mundo del entretenimiento en sus tiempos libres, es un emprendimiento altamente profesional que involucra el compromiso de muchos creativos formados en el país, que actualmente cuentan con sucursales en países como como México, Argentina, Chile y Colombia, y en Venezuela, una industria de redes laborales se ha encontrado como uno de sus eslabones más débiles, no tanto porque la tarea de crear una serie animada sea muy laboriosa y compleja. Por falta de talento en cuanto a ilustraciones pero muchas dificultades en áreas como la animación y el doblaje, como explicaron sus guionistas durante el lanzamiento de Kam-Bur, una historia dirigida a niños de 6 a 9 años.
“Aquí en los años 70 había un departamento de animación en la ULA y desapareció. Hoy hay esfuerzos dispersos pero los proyectos están muy fragmentados; “La gente se va y nuestro personal se queda en paro”, explica Jeanette, una de sus creadoras.