Por María Laura García
Creo que hay algunos que vienen a nosotros “derretidos” en Navidad y fin de año. Muchos de nosotros ponemos el acelerador para poder lograr y lograr todas las cosas que creemos que son metas o compromisos solo para 2023 y que no pueden ubicarse con precisión un mes después en la cronología de nuestra mente.
Son muchas las expectativas que nos sobrecargan, pero también, sin poder excluir aquellas ocupaciones rutinarias y las que se van sumando, por ejemplo, los informes de fin de año y proyecciones para el próximo en el trabajo, las reuniones, los eventos sociales son parte de la tradición, las compras. está asociado a esta celebración que además de tomar tiempo, representa dinero para el cual no estamos preparados, lo que nos endeuda y estresa al llegar al primer mes de 2024 sin dinero, y una larga lista de cosas que hacen que este tiempo sea un torbellino. y que es el final del ciclo, nos aleja de lo que debería ser: “una fase de revisión interna que nos permita tener claras las herramientas para hacerlo mejor la próxima vez” y lo más triste es que esto no es una presión que termina, sino que se extiende y tendrá sus consecuencias en enero.
En definitiva, al final de año uno llega muy cansado y sin embargo, hay que estar locos y añadir a ese cansancio más cargas que nos pueden hacer explotar, ¡así que ojo! Hay que ser conscientes y aprender a gestionar todo tipo de excesos laborales, emocionales o festivos, porque muchos análisis indican que el porcentaje de personas en urgencias clínicas u hospitalarias aumenta durante este tiempo.
Un momento de gran necesidad emocional…
A todo el trabajo y esfuerzo físico que requiere el fin de año se suma el dolor emocional de ver terminar un ciclo, tal vez sin cumplir alguna meta o resolver algún problema; O con la terrible incertidumbre de no tener muy clara nuestra vida en 2024, por causas propias o ajenas, como el estado del país. Es más, muchos se deprimen con solo pensarlo. Porque el último mes del año significa pasar otros 12 meses sin completar proyectos personales o familiares que han estado tan postergados, como si la vida terminara el 31 de diciembre y no hubiera tiempo para seguir intentándolo. Lo importante es tener intención, acción y coherencia, recuerda esto.
Frente a este pensamiento rumiativo, debemos reflexionar y recordar situaciones como, por ejemplo, las epidemias, donde pensábamos que el mundo se acabaría y no fue así. Siempre hay un reset en la vida que nos permite seguir adelante. Aún no habéis pensado que estamos ante las consecuencias negativas de dos años de epidemias y que hay conflictos bélicos en el mundo que nos ponen en igual riesgo, todo sigue y ahí, para bien o para mal, seguimos. estar de pie
Considere que la carga física y emocional en diciembre es muy pesada y genera altos niveles de estrés, ansiedad y dolor, pues se juntan muchas cosas extra que no están presentes en el resto del calendario, y sí, muchas de ellas sí lo están. cosas entretenidas. , pero cuando todos se juntan el nivel de estrés aumenta, por eso debemos prestar atención a nuestra salud, y este mes muchas personas dejan de lado el autocuidado.
Luego analiza que el estrés en julio no es lo mismo que en diciembre cuando ya estamos en el “low bat” es decir rojo del 1%, por lo tanto, la percepción de estrés llega a ser mucho mayor de lo que realmente es. El estímulo, por pequeño que sea, puede ser efectivamente la gota que colma el vaso. Insisto, ¡mucho cuidado! Porque además, Navidad y Año Nuevo son fechas que se supone que se celebran y conllevan una carga simbólica y emocional que no es fácil de llevar, porque no siempre podemos celebrar en múltiples situaciones y debemos procesarla para que no afecte. . Hacernos o enfermarnos mentalmente. Sin duda, esta es una temporada muy emotiva y exigente de tiempo, energía y dinero.
Algunos de nosotros hacemos una introspección…
En diciembre muchos miramos cómo fue el año ¿Qué hicimos? ¿No? ¿Con qué más estoy satisfecho? Es genial porque empiezo el año con una nueva forma de pensar, vivir y fijarme nuevas metas para mejorar lo que no me gusta o lograr lo que quiero.
Todo el estrés de la Navidad, que a mí me encanta, tampoco tiene mucho lado positivo porque levanta el ánimo de los que no tienen autocontrol y algunas riñas familiares y muchas otras cosas no son tan buenas. Así que intentad evitar situaciones incómodas, recordando que es normal, dado lo exigentes que pueden ser las vacaciones, que la gente no modere sus reacciones y evite los enfrentamientos para no echar más leña al fuego. Esto es grave, porque a veces no tenemos la fuerza ni la paciencia para afrontar estas situaciones.
Recomendar…
Todas estas cargas mentales y emocionales no desaparecen automáticamente a la medianoche del 1 de enero, por eso, a cualquier precio, intenta aliviar niveles tan altos de estrés, fatiga y agotamiento, que nos llevan a la ansiedad y el dolor, para no enfermarnos. .
Encuentra lo que te relaja, comparte la carga con los que puedas, no con fiestas, no con bebidas, no con comida y mucho menos con gastos.
No te pongas expectativas tan altas, la Navidad es sólo una época de encuentro, de compartir y no debemos exigirle tanto. Ese debería ser nuestro objetivo. “No debemos esperar que las cosas salgan como queremos o según lo dictan las normas sociales. “Hay que saber disfrutar de lo que tenemos, tenemos y podemos”.
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