Mientras el gobernante de Venezuela cuelga de la alambrada ensangrentada del más temible de los dictadores. Tiene su propio estilo en llevar el martirio al ciudadano. Sus poderes irregulares son tan profundos que el Abismo a menudo se encoge. Con una facilidad sorprendente, es capaz de cometer las mayores locuras que la psiquiatría debe tener material suficiente para declarar aisladas. Diosdado Cabello amenazó desde la calle.
En sus bromas televisivas despliega todo su arsenal de venganza por suscitar polémica. El extinto gobernador del estado de Trujillo, Gerardo Márquez, invitó a sus fanáticos anfitriones a que si venía María Corina Machado a Pampanito, sería golpeada. Este tipo de reconocimiento de una mentalidad perturbadora refuerza nuestra noción de ser controlado por elementos perturbadores. No es sólo una violación de sus derechos políticos, sino también una violación de su propia vida. Otra prueba de estar bajo una dictadura radical. Es una admisión pública de un posible delito. Incitar a un grupo de personas violentas a actuar en contra de la Constitución para obtener el poder de atacar a una persona honesta.
Todo lo que tocan se desgarra como si estuviéramos hablando de las gigantescas mandíbulas de A. Crocodylus porosus. Las instituciones los transforman en seres débiles e inútiles bajo la atenta mirada de un poder indiferente que les enseña los métodos para ser bandidos en ocho sesiones. Su estrategia es crucificar cualquier expresión de libertad para imponer su ideología. Cualquiera que piense lo contrario corre el riesgo de enredarse legalmente. Es allí donde exteriorizan su originalidad dando paso a la originalidad original de su actuación. No creen en la libertad como expresión humana del encuentro.
Al contrario, patrocinan enfrentamientos con las más sonadas chácharas con la intención de alimentar los remanentes del conflicto. Su alma es la guerra fratricida como combustible para su odio visceral. Su disociación no es exclusivamente cerebral, son tan fundamentales que por sus venas sólo circula una profunda mediumnidad. Tienen una visión retrógrada de la realidad. Son ejemplos perfectos de la imposibilidad de un proceso perverso. Niegan el estado de derecho porque sus oponentes no se benefician de él. Un sistema policial donde el país se mantiene tras las rejas. Sus abusos son aplaudidos por la secta satánica que siempre está tramando una nueva trampa.
En definitiva, son los responsables de esta realidad sensorial. Es fundamental poder vencerlos democráticamente, aunque no lo sean.
@alecombero
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