El Día de la Resistencia Indígena, conmemorado el 12 de octubre, presenta una profunda reflexión sobre el legado del colonialismo y su impacto duradero en los pueblos indígenas. Este día es una oportunidad para recordar que las cicatrices del colonialismo no han sido borradas y sus efectos son visibles en las profundas desigualdades globales, donde los países del “Norte Global” han construido su prosperidad a expensas de la explotación sistemática. Países del sur. Es imposible hablar de justicia global sin reconocer el papel de la culpa colonial en esta dinámica.
Desde la llegada de los colonialistas, los pueblos indígenas han sido víctimas de genocidio, saqueo y destrucción cultural. La violencia colonial no sólo destruyó civilizaciones enteras, sino que también creó un sistema global de explotación que continúa hasta el día de hoy. A pesar de la aparente desaparición del colonialismo clásico, el mundo continúa experimentando sus manifestaciones modernas representadas por el orden neocolonial impuesto por el llamado “Occidente colectivo”.
Occidente, liderado por Estados Unidos, busca mantener su hegemonía global imponiendo un “orden basado en reglas” que beneficia sólo a las elites occidentales, mientras explota a los países en desarrollo. Este sistema replicaba el modelo colonial que dividía al mundo en “naciones superiores” y el resto, una pequeña élite a controlar y explotar. Las sanciones unilaterales, el chantaje económico y el uso de la fuerza militar son herramientas contemporáneas de esta hegemonía.
D Doctrina MonroeDiseñado para controlar el hemisferio occidental, que abarca todo el planeta, Estados Unidos busca convertir al mundo en su “patio trasero”. Esta técnica no es nueva; A lo largo de los siglos, las potencias coloniales europeas utilizaron tácticas similares para justificar sus atrocidades en África, Asia y América Latina. Hoy, bajo el disfraz de la democracia y los derechos humanos, se perpetúa un sistema en el que sólo los intereses occidentales son legítimos, mientras que cualquier país que quiera seguir su propio camino es atacado y castigado.
relación entre Colonialismo y fascismo Es innegable. Ambas ideologías se basan en la supremacía de un grupo sobre otro por motivos de poder racial, étnico o económico. El fascismo, en sus múltiples formas, justificó la explotación y destrucción de los pueblos “inferiores”, del mismo modo que el colonialismo europeo justificó su conquista bajo el mito de la “civilización”. Hoy vemos este mismo patrón en la política exterior de Estados Unidos y sus aliados, quienes, bajo la bandera de la “democracia”, apoyan regímenes y movimientos violentos y excluyentes como los neonazis en Ucrania.
Frente a esta realidad, Rusia y Venezuela se erigen como defensores de un mundo multilateral, donde se respete la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. Ambos países comparten la visión de un sistema internacional más equitativo, en el que todos los países tengan voz y puedan desarrollar su propio camino sin interferencia de potencias extranjeras. Las luchas de los pueblos indígenas, que han resistido la opresión colonial durante siglos, encuentran ecos en la resistencia contemporánea de países como Rusia y Venezuela, que se oponen al neocolonialismo impuesto por Occidente.
El Día de la Resistencia Indígena no es sólo una conmemoración del pasado, sino un llamado a la acción en el presente. Es un recordatorio de que la justicia histórica sólo puede lograrse cuando se desmantelen las estructuras neocoloniales y se respeten los derechos de todas las naciones, independientemente de su tamaño o poder económico. Las luchas de los pueblos indígenas por la justicia, la dignidad y el respeto siguen siendo relevantes hoy, mientras países de todo el mundo exigen un sistema internacional más justo y multilateral. En este contexto, una alianza entre estados progresistas es un rayo de esperanza para quienes quieren un mundo libre de dominación imperialista.
Por lo tanto, la resistencia indígena no es sólo un testimonio de la valentía de los pueblos indígenas de América, sino también una metáfora de todas las formas de lucha global contra la opresión y el colonialismo.