con una espátula
A diferencia de las células grandes y bien coordinadas que atacaron Madrid hace 20 años, España ahora enfrenta una amenaza yihadista de pequeños grupos independientes y actores solitarios.
En la mañana del 11 de marzo de 2004 (11-M), diez bombas de tiempo colocadas en cuatro trenes de cercanías con destino a la estación de Atocha detonaron en cuestión de minutos, matando a 192 personas e hiriendo a casi 2.000 en un ataque yihadista. La Europa más sangrienta del siglo XXI.
Era una célula grande, compuesta principalmente por inmigrantes marroquíes de primera generación. Dieciocho hombres fueron declarados culpables, a los que hay que sumar los siete que se suicidaron con una bomba cuando estaban rodeados por la policía en un apartamento de las afueras de Madrid el 3 de abril, menos de un mes después del atentado.
Dos décadas después de estos acontecimientos, el último informe anual español sobre seguridad nacional estima que “el vector de amenaza más importante” para España y Occidente son ahora “los actores solitarios y las células autoradicalizadas”.
El documento añade que ahora es “más difícil llevar a cabo actos terroristas complejos de ejecución en España”, principalmente porque la capacidad de Daesh y Al Qaeda para llevar a cabo atentados en Europa se ha “reducido significativamente”.
España tiene el segundo nivel más alto de alerta antiterrorista, el cuarto de cinco. Los últimos grandes ataques en el país fueron en 2017 y mataron a 16 personas en Barcelona y Cambrils en Cataluña, pero los últimos ataques de inspiración yihadista fueron tres operaciones separadas en 2018, 2021 y 2023, que se saldaron con dos víctimas.
Fueron ataques que parecían aptos para la locura, la alienación o la venganza personal, casi sin preparación, ni siquiera con armas de fuego o explosivos.
Una yihad “personal” y “emocional”
“Estamos ante una yihad más personal, más emocional”, explicó a la AFP Carola García-Calvo, responsable del programa sobre radicalización violenta y terrorismo global de la firma de análisis española Real Instituto Elcano.
Pero lo cierto, añadió García-Calvo, “en última instancia, es que esta ideología, del salafismo yihadista, se utiliza para justificar actuaciones llevadas a cabo según las directrices propuestas por los grupos yihadistas”.
“No debemos bajar la guardia, porque una de las señas de identidad del movimiento yihadista global y su inherente amenaza terrorista es su enorme capacidad de cambiar y adaptarse a contextos siempre nuevos”, advierte el analista, “de modo que un nuevo elemento organizador “La guerra en Palestina”, advierte el analista. Es una zona muy sensible.
Durante una mesa redonda sobre el tema organizada por el Real Instituto Elcano de Madrid, Fernando Reynares, experto en yihadismo y autor de tres libros sobre el 11-M, estimó que España tiene todavía “una amenaza considerable de terrorismo yihadista”.
Prueba de ello sería el hecho de que “España se encuentra entre los tres países europeos, de forma sistemática, que más operaciones contra el terrorismo yihadista y más sospechosos de actividad yihadista detienen”, afirmó.
Más de 1.000 prisioneros en 20 años.
Si en 2004 la amenaza yihadista convivió con la organización armada vasca ETA, desde que anunció su desarme en 2011 y su disolución siete años después, la actividad policial se centró sobre todo en el islamismo radical. Así, desde los atentados del 11-M de 2004 y hasta hoy, según las estadísticas oficiales, España ha detenido en su territorio a 1.047 sospechosos en 408 operaciones.
Algo que ha cambiado en estos 20 años es que el candidato yihadista ahora es más joven, más a menudo nacido en España, y se acerca más a Internet que al contacto físico con sus semejantes.
“En primer lugar, ha habido un relativo resurgimiento del fundamentalismo. Los menores de 18 años constituyen el único grupo demográfico cuyo peso ha aumentado entre los yihadistas a nivel mundial durante la última década”, afirma Álvaro Vicente, analista del Real Instituto Elcano. “En segundo lugar, los espacios virtuales se han consolidado como el entorno principal en el que se producen estos procesos”, añade. AFP