con una espátula
El Sendero La Platanera, que conecta San Antonio del Táchira en el estado Táchira venezolano, con el sector La Parada en Norte de Santander, Colombia, recibe su nombre por la abundancia de plátanos a lo largo del mismo. Esta ruta es una alternativa a la ruta oficial a través de la línea fronteriza, la cual se encuentra bajo custodia de personal militar de ambos países. El hecho de que sea una opción alternativa no significa que no esté estrictamente regulada. Quienes ejercen el control son grupos armados irregulares, como ocurre en casi todas las vías verdes de la frontera colombo-venezolana. Los senderos tienen otra particularidad: cruzarlos es tan peligroso que quienes lo intentan pueden desaparecer antes de llegar a su destino.
Claudia Smolansky || ARMANDO.INFO
Lisbeth Surita se arriesgó a desafiar la amenaza de La Platanera para encontrar a su hijo, Anisel Job Contreras Surita, quien desapareció en julio de 2019 mientras intentaba llegar a Cúcuta, la capital de Norte de Santander. Durante más de tres años, Contreras realizó frecuentes viajes a esa ciudad para comprar bienes como café, harina, leche y huevos, que luego vendía en un ejido del estado Mérida, donde vivía con su novia. Sin embargo, el día de su desaparición no se encontraba trabajando; Le dijo a su madre que iba a encontrarse con unos amigos en Kukuta. Nadie más sabía de él.
Las desapariciones a lo largo de la frontera entre Colombia y Venezuela se conocen desde hace al menos tres décadas. El Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias, por ejemplo, una unidad de las Naciones Unidas, contabilizó 61 casos de desapariciones transfronterizas entre Colombia y Venezuela entre 1990 y 2016. Estos casos se concentran en cuatro municipios. San Antonio del Táchira es una ciudad de Colombia y Venezuela. En la última comunicación oficial dirigida al gobierno venezolano, el grupo de la ONU dijo que la presencia de actores armados no estatales en la zona expone a los migrantes y trabajadores fronterizos que surcan las rutas migratorias a “graves violaciones de derechos humanos”. Estas violaciones incluyen desapariciones forzadas, torturas y ejecuciones extrajudiciales. La advertencia del grupo no es infundada: sólo entre 2016 y 2019, 66 migrantes venezolanos fueron asesinados y 43 desaparecidos en territorio colombiano.
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