El teleférico de Güigüe, que servía para transportar los cultivos de café en tiempos de Juan Vicente Gómez, es hoy un recuerdo que apenas se conserva en los relatos de antiguos testigos.
Güigüe. Marco Lucena, historiador y entusiasta por la preservación de la historia de Carabobo, ha dedicado años a recorrer el estado para promover sus sitios icónicos. Uno de sus inventos más impresionantes ha sido olvidado. Teleférico del café de Carlos Arvello, estructura que marcó un hito en la historia de Venezuela y Sudamérica.
Lucena se enteró del teleférico a través de la abuela de un amigo que vivía cerca de Altamira en Carabobo. En medio de las historias sobre su juventud, surgieron menciones a los teleféricos que despertaron la curiosidad de los historiadores.
En el corazón de Carabobo
Construido por mano de obra española en 1912, Teleférico de Güigüe Fue el primero en Venezuela y Sudamérica. Entre estas impresionantes hazañas de ingeniería se encontraban cuatro estaciones (según algunas versiones, tres) que conectaban las montañas productoras de café de la región.
El profesor también explica que es difícil calcular la cantidad de terreno que abarca toda la infraestructura. Sin embargo, existen 11 kilómetros por carretera entre el centro de Altamira y Güigüe. Hay 46 kilómetros desde Altamira hasta el centro histórico de Valencia.
Las estaciones mencionadas en Lucena son las primeras Trompillo. Allí estuvo la finca más famosa del general Juan Vicente Gómez.
“Tenían moneda propia, producían caña de azúcar, cacao, café y criaban cerdos. Era dueño de una buena parte de las propiedades de la zona y de allí expandió su poder hasta Maraca.
Aragüeña se encuentra a 56 kilómetros de la capital El Trompillo.
Después de esta estación, la siguiente fue Altamira, donde se encuentra una mansión propiedad del exministro Antonio Pimentel, gran amigo del terrateniente y cafetalero Juan Vicente Gómez.
Entonces hay Estaciones Santa Ifigenia y Copetón. Estos servían como punto final para el transporte del café. Copeton era la ciudad más alta de Gigu Hill.
El café cosechado era transportado desde El Trompillo hasta la orilla sur del lago Valencia en un tren conocido como El Rápido de Gigue. Allí abordó un vapor alemán propiedad de Gómez, que lo llevó a Guacarra y finalmente al Gran Ferrocarril de Venezuela para llegar a Puerto Cabello y zarpar hacia La Guerra.
El comienzo del abandono
Aunque esencial para la economía de la época, Los teleféricos han perdido relevancia Después de la muerte de Gómez. Las estructuras quedaron olvidadas y comenzaron a deteriorarse.
Según los residentes, en los últimos 11 años, los residentes locales han demolido torres y rieles en el área para venderlos como chatarra. Evidencias de cómo la crisis económica ha golpeado a la comunidad rural.
el diario significativo En 2000 se documentó el estado del teleférico. Mostraba fotografías de cabañas con forma de cubos de agua, donde apenas podían transportar a dos personas y una bolsa de café.
Matilde Silva Lugo, altamireña con 75 años de trayectoria familiar en la región, recuerda cómo el teleférico fue parte de su infancia:
“Las cestas de café fueron a la cabaña. Cuando llegaban usaban la pipa para mover el café, y con una bocina avisaban si la pipa estaba libre o bloqueada”, relata con nostalgia Silva.
Patrimonio desprotegido
Hoy, el teleférico es un recuerdo apenas conservado en relatos y algunos restos dispersos. En Santa Efigenia se conservan las grandes ruedas y cables, mientras que en Copeton la maquinaria estuvo intacta hasta hace 25 años. Sin embargo, muchas estructuras han desaparecido.
Lucena lamentó la falta de interés del Gobierno en preservar este patrimonio histórico.
“Es indignante que a ninguna organización le importen estos lugares. La región tiene un gran potencial para el turismo, pero requiere infraestructura básica como carreteras de calidad. Será como una colonia tovar con vista al lago”, reflexiona.
Por su parte, Silva observó con tristeza a Lugo. Abandono de la finca PimentelUn maestro vive ahora en una casa antigua.
La casa, declarada patrimonio nacional, se encuentra en ruinas, mientras que los restos del cercano teleférico son sólo una colina.
“Qué increíble que no valoremos lo que tenemos. Vendieron el hierro de la torre, gastaron el dinero y… ¿qué nos queda? Nada, hemos perdido nuestra historia”, concluyó enojado Silva.
El Teleférico del Café de Carlos Arvelo es más que una estructura olvidada; Simboliza la historia productiva de Venezuela. A medida que sus restos se desvanecen, los recuerdos de quienes vivieron su época dorada resaltan la importancia de rescatar y preservar este patrimonio.
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