En el exilio suelo tener encuentros casuales con gente que envidia a todos los exiliados, envidia sana, pero envidia en el fondo: “Venezolanos que acaban de llegar de Venezuela y van a volver a ese bendito lugar en una semana o dos”.
Son personas que más que turistas visitan a familiares o amigos. Y es que el motivo principal por el que venimos a Miami ya no es ir de compras ni ver a Mickey Mouse. Es una reunión familiar.
Entonces siempre que veo a alguien de visita en Venezuela aprovecho para escuchar la opinión de alguien que acaba de llegar, cómo terminaron las cosas allá, cómo se ven las primarias, qué opinan de los líderes opositores, etc.
Esta semana tuve un encuentro casual con “Euraima” de Cafetal, duró unos 30 minutos, una mujer sonriente con una esperanza contagiosa; Miami estuvo con Uraima y sus 3 hijos, 2 hijos y una hija, todos ingenieros, crecieron en Cafetal, pero hoy están repartidos por el mundo en Estados Unidos, Suiza y Venezuela.
En una breve conversación con mi buen amigo y compañero a quien acabo de conocer y espero volver a encontrar, he aprendido muchas cosas.
Euraima, como buen representante de la Parroquia Barutena en El Cafetal, tiene la política en el cerebro, está muy pendiente de todo. En esa breve conversación me dijo algo que me dio una visión optimista de este complejo proceso.
Estaba decepcionado con los resultados, al no poder lograr el cambio, pero siguió con la esperanza intacta y con una sonrisa me dijo: “Mis hijos no quieren que regrese, pero yo no abandono a mi país. “Encontré que la energía es hermosa y fuerte, más aún viniendo de una mujer que tiene 3 hijos que trabajan para una buena empresa del primer mundo y le dicen a su mamá, vive conmigo y tómate unas vacaciones.
Pero él sigue aferrado a la restauración de la democracia, me dejó claro que entregar Venezuela es como entregarle el país a esta gente.
Uraima lo tiene claro… ¡El sueño de Maduro es que todas las mujeres de Cafetal se vayan del país! Incluso Chávez no pudo romper su mejor nivel.
De repente tuve un momento “místico” y me di cuenta de dónde venía su optimismo, su fuerza, Uraima no era un dirigente militante particular, no era caprilista, ni Guaidolova, ni nadie más que Venezuela, cuando tu sueño es Venezuela no eres tan fácil desilusionarte, cierto liderazgo te puede decepcionar, de hecho a todos nos ha pasado, pero como decepcionarse de Venezuela, el país en el que naciste, creciste, viviste, te hiciste amigo, jugaste, te enamoraste como un niño, como estar decepcionado de Venezuela?? ¡Es imposible!
Por eso decidí escribir estas líneas para mis amigas de Cafetal y millones de madres como ellas que no se dan por vencidas y su esperanza no está en un nombre específico, sino en uno grande, que nos une a todos, donde no hay orgullo. Frustración personal, no valiosa.
Todas mis esperanzas y mi fe están puestas en Venezuela.
PD: Gracias Yuraima, Dios te bendiga!