con una espátula
UN RUIDO ANIMAL: Dos agentes de la Policía Nacional Bolivariana en el estado portugués de los Llanos Occidentales de Venezuela escuchan lo que escuchan cuando se detienen para ayudar a detener un camión de cava en la carretera José Antonio Páez por la noche. 18 de octubre de 2022. Ordenaron al piloto y al copiloto que abrieran las puertas traseras del vehículo. Cuando mostraron las linternas en el interior, nada podría haber sido más sorprendente. El envío estaba formado por 62 animales salvajes: nueve loros reales; 31 guacamayas (cuatro de cara seca, dos azul-amarillas, 21 bandera o escarlata, cinco rojas y 18 verde militar), un rey Zamuro y dos osos hormigueros gigantes o palmeras.
Liseth Boone // ARMANDO.INFO
Los 62 animales salvajes, sellados con agujeros entre 11 cajas de madera y tres cajas, recorrieron más de 800 kilómetros por carretera, lo que equivale a unas 13 horas dentro de la cabina trasera de un camión sin ventilación.
No fue un astuto cualquiera. Entre este conjunto de animales en cautiverio, el oso palmero y la guacamaya verde figuran como especies en peligro de extinción, según el Libro Rojo de la Fauna Venezolana (2020). Su nivel de vulnerabilidad también es reconocido por el recientemente lanzado Sistema Venezolano de Información sobre la Diversidad Biológica (Svidb) del Ministerio de Ecosocialismo (Minec). Además, desde 1996, ambas especies, incluidas el Rey Zamuro y la Guacamaya Bandera y Roja, forman parte de la lista oficial de animales prohibidos para la caza según el Decreto 1.485.
Esa noche de octubre, dos policías nacionales portugueses no sospechaban haber descubierto el primer eslabón de una supuesta cadena internacional de tráfico de vida silvestre, identificada por el Ministerio Público, que involucraba a una empresa privada venezolana y autoridades ambientales.
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