Rowena Chew, ex asistente del alguna vez famoso productor de Hollywood Harvey Weinstein; Reveló los abusos que sufrió a manos de un agresor sexual, quien la obligó a guardar silencio durante años, gracias a un acuerdo de confidencialidad que el magnate la obligó a firmar.
“Weinstein me dijo una vez que le gustan las chicas chinas porque son discretas y muchas veces me hablaba de lealtad”, dijo la mujer, según informó el diario argentino La Nación.
“Las palabras prudente y leal a menudo indican a los clientes ricos que no sólo mirarás para otro lado en momentos de necesidad, sino que facilitarás sus indiscreciones. “Se esperaba que yo guardara los secretos de mi jefe, protegiera su reputación y terminé siendo su víctima”, añadió.
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Chew trabajó como asistente personal de Weinstein durante dos meses en 1998, tiempo durante el cual fue testigo de las muchas formas en que la fama y el poder del productor distorsionaban el comportamiento de quienes lo rodeaban y cómo, como su asistente, él la hacía sentir “menos que él”. “. Una persona.”
“Cuando era su empleada, intentó violarme”, recordó la mujer, añadiendo que “como asistente, te encuentras en un doble vínculo: casi no tienes poder, pero tienes una responsabilidad desigual. En un sentido fundamental , Los participantes no se pertenecen a sí mismos.
“En mi época como asistente, a menudo me veía como un mayordomo en pánico. Mi trabajo consistía en ser al mismo tiempo invisible y en todas partes. Era evocar lo imposible y luego hacer que lo imposible pareciera que nunca sucedió. Esa es la alquimia de “Si te haces notar, estás haciendo un mal trabajo. Sólo tendrás éxito si nadie se fija en ti ni en las cosas que has hecho”, explicó Chew.
Círculo de Flaters
En el caso de Weinstein, podemos señalar a todo un círculo de personas que permitieron su actividad criminal, incluidos, entre otros, contadores, miembros de juntas directivas y abogados, todos los cuales tenían acceso a dinero y poder que les permitía defenderse.
Las celebridades pueden verse rodeadas por una avalancha de matones que les dicen que están por encima de la ley. Pocos se atrevieron a decirle a Weinstein que no podía hacer algo o que había ido demasiado lejos.
El sistema que permite este desequilibrio está en desgracia. Cuando se trata del desprecio de Weinstein por las mujeres (en otras palabras, la violación), sus habilidades no le dicen simplemente que se saldrá con la suya. Lo que es más peligroso, lo convencieron de que tenía el derecho divino de hacer lo que quisiera, argumentando que: eres un genio creativo y debes inspirarte en alguna parte, o eres un buen hombre con debilidad por las mujeres hermosas. Weinstein ha pasado décadas construyendo su imagen de genio torturado. Cayó en su propia mitología y se la tragó.
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No tenía identidad propia como su asistente. Mi identidad se borró y mis necesidades disminuyeron, me sentí como un fantasma cuyo destino estaba ligado a mi empleador.
Esta trágica dependencia unilateral nunca es más evidente que en el mundo jurídico. Como asistente personal, si alguna vez te piden que hagas algo éticamente cuestionable, inmediatamente te tranquilizas, como a mí: no te preocupes, nunca te meterás en problemas. Harvey Weinstein tiene los mejores abogados del mundo. Esa vista me sorprendió. Siempre me dan ganas de responder: “Sí, él los tiene, pero yo no”.
Existe un riesgo tácito más oscuro: si tienes una disputa legal con tu empleador, no hay salida. Como asistente, su identidad, por no hablar de su sustento, está tan ligada a su empleador que la sociedad lo ve como una entidad única, pero el sistema legal no.