con una espátula
En respuesta a los violentos disturbios que sacuden al país desde la muerte de un joven a manos de la policía, El gobierno francés desplegó una fuerza de 45.000 policías y gendarmes Por tercera noche consecutiva.
El objetivo es restablecer el orden público y calmar la situación que ha dejado hasta el momento 719 presos, 45 policías heridos, 871 incendios y 74 edificios dañados.
Si bien las últimas cifras indican una noche tranquila, el país sigue sumido en una profunda agitación.
Mientras tanto, el presidente Emmanuel Macron convocó una reunión en el Elíseo para evaluar la situación actual y sus implicaciones en términos de seguridad, justicia y el impacto general de los disturbios. Paralelamente, un incidente en L’Haÿ-les-Roses, en las afueras de París, provocó aún más indignación.
El alcalde de la ciudad fue atacado en la residencia de su familia, donde se hospedaba su esposa y sus hijos de 5 y 7 años. El auto en llamas arrojado a la casa hirió a un niño y a su madre, lo que provocó fuertes protestas de la clase política francesa.
Todo comenzó con la trágica muerte de Nahel, un joven de 17 años de origen árabe, que el 27 de julio recibió un disparo mortal de un policía cuando intentaba escapar de un puesto de control en Nanterre.
Las imágenes del incidente, captadas por testigos presenciales, generaron indignación en todo el país, particularmente en los barrios populares de las grandes ciudades y en el área metropolitana de París. Sin embargo, la abuela del joven hizo un llamado a la calma y la reflexión, llamando a los alborotadores a dejar de usar a su nieto como excusa para sembrar violencia.
Con información de e.Fmi