con una espátula
La historia de Colombia ha estado rodeada de momentos únicos, diferentes y sorprendentes. Le dan su toque único a un país rico en cultura, producción, diversidad y carácter inimaginable. A lo largo de los años se han reportado todo tipo de situaciones en las que el tráfico de drogas y la delincuencia han cobrado impulso a nivel internacional.
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En este contexto, pese a la amplia lista de protagonistas de este problema, la figura más formidable y peligrosa entre estos sujetos ilegales es Griselda Blanco, una cartagenera que se posicionó como jefa de este burdo negocio en los años 70, cuando comenzó su andadura. camino criminal. Día a día su nombre cobró fuerza, convirtiéndose en una mujer fuerte y cruel.
Tal era su fascinación por el brutal mundo de la mafia que, para la película El Padrino, se refirió a sí misma como ‘Madrina’ y bautizó a uno de sus hijos como Michael Corleone. Su mentalidad estaba enfocada en crecer en este mundo, dejando de lado las emociones y enfocándose en sus intenciones criminales.
Con ese carácter, y en el apogeo de lo que muchos llaman “odio tribal”, Blanco construyó un imperio que movió miles de millones de dólares, empleó a más de 1.500 contrabandistas, planificó el secuestro de John F. Kennedy Jr., inició a Pablo Escobar en el narcotráfico. en Estados Unidos, ser responsable de casi 250 asesinatos y mantener a raya a la DEA.
Su desarrollo en el narcotráfico fue tal que la gente de su entorno le temía por las decisiones y caminos que tomaba en su favor. Sus amantes corrieron peligro y tuvo un final trágico, ya que ella les quitó la vida sin ningún remordimiento.
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