Caracas Al Dia
Quienes saben atravesar la región del Darién -una selva y pantano de unos cinco mil kilómetros cuadrados que separa Colombia de Panamá- suelen describirla como un infierno. Sería extraño que no lo hicieran.
por Clarín
Atravesar esta región densa y asfixiante significaba, al fin y al cabo, arriesgar la vida. La falta de una ruta oficial entre ambos países deja espacio para rutas improvisadas, explora todo lo que puedas (si puedes). Caminos estrechos, montañas, ríos caudalosos e inundaciones que te empapan en el mejor de los casos y te ahogan en el peor, dan forma al mito de la jungla en la que nadie quiere entrar.
La “brecha” del Darién, como se la conoce comúnmente, no es un destino de vacaciones de ensueño. Aún así, más de medio millón de personas lo cruzarán a pie antes de fin de año. Lo hicieron como parte de un arduo viaje que podría durar entre dos días y dos semanas, dependiendo de la suerte y los obstáculos que se presentaran. La pregunta que surge parece tan obvia que casi vale la pena preguntarse: ¿Por qué alguien querría cruzar el Darién? La respuesta cruda es que se trata de un movimiento forzado hacia Estados Unidos y el “sueño americano”, aunque algo subestimado, suena mejor que la pesadilla actual con la que viven muchos inmigrantes todos los días.

El Darién, que separa a Colombia de Panamá, a Sudamérica de Centroamérica y a aquellos que no tienen ningún futuro previsible, se ha convertido hoy en el escenario de la mayor crisis migratoria de la región. De 133 mil migrantes que lo cruzaron en 2021, se pasó a 248 mil en 2022 y ahora, en 2023, la cifra supera los 500 mil. Este aumento sólo es proporcional al creciente peligro que corre la zona, situación sobre la que las ONG y otros actores vienen alertando desde hace tiempo.
¡Peligro!
Acantilados, picaduras de animales, picaduras de insectos e inundaciones de ríos son algunos de los principales peligros en la selva, dijo Carmenza Gálvez, coordinadora médica del proyecto Colombia-Panamá, consultada por Viva. Los riesgos asociados al terreno pueden parecer suficientes para desanimar a los valientes, pero no son los únicos: los migrantes también enfrentan lo peor de otra naturaleza, la naturaleza humana.
Quienes cruzan el paso del Darién durante su viaje hacia el norte enfrentan todo tipo de acoso por parte de delincuentes: asaltos, robos, secuestros y violencia sexual. Este último delito en particular tiene la desgracia de estar en aumento. A lo largo del año, MSF ha atendido más de 400 casos de agresiones sexuales, que Gálvez no duda en calificar de “emergencias médicas”.
“La violencia sexual debe ser atendida dentro de las primeras 72 horas del hecho, por eso estamos llamando la atención sobre este tema. Siempre existe el riesgo de infección por VIH, por eso es muy importante poder atender a las personas a tiempo”, explica. Además, el flujo de migrantes a través del Darién sigue siendo constante, lo que dificulta ayudar a los necesitados. A partir de hoy, diciembre, mes de “temporada baja” respecto al resto del año, un promedio de 1.000 personas cruzan el Darién cada día.
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