con una espátula 16 de diciembre de 2023, 7:34 am AME1771. Darién (Panamá), 27/09/2023.- Foto de archivo del 14 de septiembre de 2023 de migrantes cruzando el río Tarquesa en Darién (Panamá). Panamá ha superado las 400.000 personas que ingresan al país a través de la selva del Darién en su viaje irregular hacia América del Norte, un récord sin precedentes que muestra la magnitud de la creciente crisis migratoria en una América que intenta hacer frente a más deportaciones. Caracas Al Dia/ Archivo Bienvenido Velasco Estados Unidos enfrenta una crisis migratoria sin precedentes, con miles de migrantes que enfrentan extorsión, violaciones y robos en su camino hacia el norte, solo para enfrentar la incertidumbre de no saber si lograrán sobrevivir una vez que lleguen a la frontera sur de Estados Unidos. Llegar a su destino, obstaculizado por el aumento de las restricciones. En América del Sur, todas las rutas migratorias pasan por la Selva del Darién, la frontera natural entre Colombia y Panamá. El viaje comienza en el Golfo de Urabá, en el noroeste de Colombia, históricamente controlado por grupos armados y donde el Estado colombiano tiene nula presencia.¡Suscríbete para recibir toda la información sobre el conflicto entre Israel y Palestina en tu bandeja de entrada! “Es una frontera porosa, una especie de zona sin ley donde se han producido diferentes tipos de tráfico: por momentos han entrado armas al Darién, luego clorhidrato de cocaína, y más recientemente asistimos al ‘boom’ del tráfico de migrantes que se inicia. Para tomar fuerza con esta crisis tan profunda que hay en Venezuela”, explicó a Efe el profesor de la Universidad del Norte, Luis Fernando Trejos. La migración por esta selva montañosa no es nada nuevo, pero comenzó a fortalecerse en 2019 con un récord consistente de más de 500.000 migrantes registrados en 2023, según datos de las autoridades panameñas. El fenómeno migratorio aporta millones -hay informes que dicen 57 millones de dólares al año- a grupos criminales que cobran a los migrantes alrededor de 200 dólares para garantizarles un paso seguro por el Darién. La selva del Darién suele ser una pesadilla para los cientos de migrantes que la cruzan cada día y donde son víctimas de ataques de animales salvajes, crecidas repentinas de ríos, violaciones sexuales o agresiones de delincuentes, que les roban lo poco que tienen. hay El Proyecto Migrantes Desaparecidos de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) cifraba en 42 las personas muertas o desaparecidas en Darién a principios de diciembre, aunque otras cifras son más altas. El número aumentó a 141 el año pasado. “Casi me ahogo, porque hay mucha gente que no sabe nadar y traté de ayudar a muchos. No quería que muriera nadie”, dijo a Efe el venezolano Daniel Cruz en Lajas Blancas, donde se encuentra una estación migratoria donde se atiende a migrantes. Autoridades panameñas y una decena de organismos internacionales brindan atención médica y alimentación a los viajeros en estos centros, en una operación única en el continente que le ha costado al Estado al menos 70 millones de dólares. También organizan servicios de autobús, pagados por los propios migrantes, para que continúen hacia el norte sin quedarse varados en territorio panameño, medida que repiten otros países centroamericanos. Honduras es un país de inmigración y tránsito. Cada día, más de 500 ciudadanos parten en busca del “sueño americano”, mientras que medio millón de inmigrantes ya lo han atravesado en lo que va de año, en su mayoría venezolanos, pero también ecuatorianos, haitianos o ciudadanos de África o Asia. Muchos suelen enfrentarse al mismo problema: falta de dinero para seguir adelante. Algo que les lleva a pernoctar en países de tránsito durante semanas o meses cuando recaudan suficiente dinero, en el caso de Honduras unos 45 dólares por persona para pagar el transporte hasta la frontera con Guatemala. la última frontera La última de estas fronteras está en el norte de México, donde cada día llegan miles de migrantes que acampan esperando una oportunidad de ingresar a Estados Unidos. Ciudad Juárez se ha convertido en uno de los centros neurálgicos de este éxodo, desbordada por los flujos migratorios y desbordada por los servicios municipales. El padre Francisco Bueno Guillén, director de la Casa del Migrante, uno de los albergues más grandes de la ciudad, aseguró que fue un año récord para la inmigración. “Haciendo una estimación, creo que fácilmente vinieron a cruzar nuestra frontera más de 100.000 o 105.000 personas”, dijo a Efe el sacerdote, advirtiendo que la cifra se mantendrá en el mismo nivel en los próximos años. Sin esperanza, los inmigrantes confían cada vez menos en el proceso regular de entrada a Estados Unidos. Muchos de los que llegaron en mayo aún no han concertado una cita a través de una aplicación (CBP One) que ahora brinda acceso al proceso formal de inmigración para ingresar a Estados Unidos, agravando la crisis. Estados Unidos está intentando frenar el flujo de inmigrantes, pero no lo consigue. Después de suspender en mayo el Título 42, una controvertida medida que permite la deportación simultánea de inmigrantes indocumentados sin posibilidad de solicitar asilo, la administración de Joe Biden tuvo la oportunidad de imponer su propia visión para la frontera. Restringió el acceso al asilo y lo impulsó a través de aplicaciones CBP One, amenazó con la deportación inmediata de quienes cruzaran irregularmente y lanzó una estrategia de política exterior para intentar disuadir a otros países de la región, como Colombia, Panamá o México. Por el movimiento de inmigrantes. Sin embargo, la realidad prevalece. Estados Unidos no tiene “la capacidad institucional ni los recursos” para deportar o detener a un gran número de personas que buscan el sueño americano, explicó a Efe Ariel Ruiz, analista del Instituto de Política Migratoria, con sede en Washington. Un ejemplo es la reanudación de los vuelos de deportación a Caracas, que es importante pero no suficiente: 1 o 2 vuelos semanales de 170 personas, frente a una media de 20.000 venezolanos detenidos en la frontera al mes. Paralelamente a las medidas fronterizas y destinadas a desalentar los viajes terrestres, Washington ha impulsado “rutas legales” para llegar al país. Los más importantes son los permisos humanitarios para ciudadanos de Cuba, Nicaragua, Venezuela y Haití, por los que entraron este año más de 260.000 inmigrantes de esos cuatro países, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). En alianza con otros países y ACNUR, Estados Unidos también ha lanzado la iniciativa “Movilidad Segura”, que dirige a los migrantes al programa de refugiados. Sin embargo, el plan no logró despegar y, según datos recientes, menos del 10% de las miles de personas que se inscribieron pudieron solicitar esta protección. Caracas Al Dia (function(d, s, id) var js, fjs = d.getElementsByTagName(s)[0]; if (d.getElementById(id)) return; js = d.createElement(s); js.id = id; js.src=”https://connect.facebook.net/es_LA/sdk.js#xfbml=1&version=v3.0&appId=103199389782118&autoLogAppEvents=1″; fjs.parentNode.insertBefore(js, fjs); (document, ‘script’, ‘facebook-jssdk’));
La crisis migratoria en Estados Unidos en 2023: cifras récord de inmigrantes y más restricciones
Redacción - Caracas Al Dia
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