con una espátula
¿Qué podemos conseguir con un coeficiente intelectual de 320? ¿Podemos mejorar el mundo? ¿Podemos hacer cálculos complejos sin usar una calculadora? ¿Inventaremos alguna máquina o software sofisticado que supere lo que ya existe? ¿Seremos más inteligentes que la controvertida IA?
Por Infobae
Quién sabe. La inteligencia humana es algo complicado de medir y, incluso con una puntuación muy alta, puede no ser suficiente para garantizar un éxito increíble o un gran éxito. Simplemente no es suficiente. No llena vacíos existenciales ni fugas emocionales, ni constituye una plataforma de lanzamiento sólida para lanzarse a la luna de la felicidad. Y como prueba tenemos el caso de William Sedis, quien fue probablemente el hombre más inteligente de la historia del planeta, desaparecido sin dejar mucho rastro y sin sentir jamás el significado de dichas palabras.
El niño que lee
William James Sidis nació en Estados Unidos, concretamente en Nueva York, el 1 de abril de 1898.
A los 18 meses ya había asombrado a sus padres, el psiquiatra y filósofo de origen ucraniano Boris Sidis y la doctora Sarah Madelbaum (que huyó de los pogromos rusos en 1989), con su capacidad para leer, escribir y aprender cálculos aritméticos.
Un día, Sarah estaba leyendo The New York Times cuando su hijo pequeño tomó la primera página y empezó a leer. La lectura es un niño. increíble
Boris, sorprendido, inmediatamente se mostró dispuesto a cooperar para que su hijo pudiera desarrollar todos los talentos que llevaba dentro. Sabiendo que Blaise Pascal había escrito un tratado de matemáticas a los nueve años y que Mozart tocaba el arpa a los cuatro años y componía obras de considerable dificultad, Boris no se inmutó y se hizo cargo de la educación de William.
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