con una espátula
“Una de mis funciones en el Senado de los Estados Unidos es ser el guardián de Israel, y lo seré mientras quede un soplo de vida”.
alrededor del mundo
Así explicó el entonces senador Chuck Schumer al comentarista de radio judío conservador estadounidense Nachum Segal en abril de 2010 cómo veía su papel en la legislatura estadounidense. Hoy, 12 años y medio después, Schumer es el líder de la mayoría en esa cámara, el cargo electo más alto ocupado por cualquier judío en la historia de Estados Unidos (a nivel institucional, es el Secretario de Estado, Tony Blinken, también judío, pero no electo). a esa posición).
No es una cuestión de identidad religiosa, cultural o nacional de Israel. Nancy Pelosi, que pasó ocho años como presidenta de la Cámara de Representantes (una vez más, un puesto más importante que Schumer), dijo en un discurso en el Consejo Israelí-Estadounidense (IAC) en diciembre de 2018: “Si el Capitolio cae, nuestro compromiso a Israel sobrevivirá.
Apenas cinco años después de que Pelosi dijera esas palabras, un espectro acecha a la política estadounidense: el apoyo incondicional del presidente a Israel en la guerra de Gaza que no es el Capitolio, pero que podría derribar la presidencia de Joe Biden. El conflicto expuso una división que nadie sabía que existía en el Partido Demócrata, que también es el partido de la comunidad judía en Estados Unidos. Desde la década de 1920, todos los candidatos demócratas han ganado el voto judío, normalmente con el doble o el triple de apoyo de esa comunidad que los republicanos.
Por un lado, está el establishment, compuesto no sólo por el gabinete de Biden, sino por 261 de los 263 miembros de la legislatura de ese organismo. Por otro lado, la generación más joven de estadounidenses, aquellos entre 18 y 40 años, que están envejeciendo, parecen más comprensivos con los palestinos y menos con los israelíes. Hay otro grupo pro palestino, mucho más pequeño, pero que está ganando peso demográfico en Estados Unidos y podría decidir las elecciones de 2024 si se acercan demasiado: los árabes estadounidenses. Un sector de la minoría negra de izquierda apoya a los palestinos, particularmente en los márgenes del movimiento Black Lives Matter, que participó en las protestas, disturbios y saqueos de 2020 contra la brutalidad policial que dejaron decenas de muertos.
El problema para Biden –e, indirectamente, para Pelosi y Schumer– es que sin los jóvenes, los demócratas no tienen posibilidades de ganar. Resolver esto es complicado porque no es simplemente un problema político sino generacional. En gran medida, esto es una señal de cómo está cambiando Estados Unidos. La retórica de la lucha de liberación del apartheid propugnada por Black Lives Matter y otros grupos similares encaja perfectamente con los palestinos. Estados Unidos ya es un país donde sólo el 59% de la población es blanca –y entre los menores de 26 años, el porcentaje cae al 52%–, por lo que la idea es que Israel es una especie de isla occidental en el próximo este. perdiendo poder
Leer más en el mundo