con una espátula
Colombia está exportando a cientos de veteranos del ejército de la guerra de Ucrania para aplicar a Rusia la misma fórmula que debilitó a las FARC y al narcotráfico. Detrás de la conexión voluntaria se esconde una dolorosa crucifixión, falsas ilusiones y engaños que clama en distintos puntos del país.
Por: Semanas
Los habitantes de la aldea de Santa Mónica, en el municipio de San Agustín, Wheeler, se enteraron por primera vez de la sangrienta violencia europea cuando supieron que seis vecinos se habían unido a los militares que luchaban contra los planes del presidente Vladimir Putin a 10.000 kilómetros de Colombia.
Todos sirvieron en el ejército y vieron el peor lado del conflicto: asesinatos, explosiones y secuestros. Ese certificado de experiencia fue el documento que les permitió cruzar el globo para enfrentarse al enemigo equipado con la más avanzada tecnología: las bombas llegaban ahora por aire, tierra y mar.
Los humildes agricultores fueron contactados a través de las redes sociales y seducidos por el boca a boca que corrió entre la fuerza pública. Pueden ganar hasta 17 millones de pesos al mes y las familias recibirán un comodín millonario si mueren uniformados.
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