con una espátula
Un juicio reciente expuso una nueva práctica de los reclusos de una prisión de California que utilizan teléfonos móviles ilegales desde sus celdas para realizar operaciones de tráfico de drogas con jóvenes reclutas a cientos de kilómetros de distancia. La historia comienza con Carlos Guadalupe Reyes, un preso que cumple una condena de 54 años por matar a su esposa en 2008, y Miguel Maciel Jr., de 18 años, ansioso por ganar dinero.
para el tiempo
En un juicio penal se difundieron una serie de mensajes de WhatsApp que revelan cómo opera el crimen organizado desde las cárceles de California. Según documentos penales obtenidos por Los Angeles Times, los fiscales argumentan que Maciel estaba tratando de conseguir un puesto inicial que ofreciera mucho trabajo por poca paga.
En un caso, su ganancia fue de sólo 50 dólares estadounidenses por suministrar medicamentos por valor de 900 dólares estadounidenses y pagarle a su jefe. Cientos de mensajes mostrados en el tribunal durante una audiencia preliminar revelaron una sutil coordinación entre Reyes, apodado “Wino”, y sus empleados en la distribución de metanfetamina, cocaína y heroína.
El trasfondo proviene de la formación de la mafia mexicana, donde Reyes trabajó bajo la dirección de Gabriel “Sleepy” Huerta. La organización, que controlaba a unos 140 hombres dentro y fuera de prisión, dependía de asociados en la calle para administrar el dinero generado por la venta de drogas y los “impuestos” a otras pandillas.
La tecnología permite el “trabajo” remoto a delincuentes encarcelados en California
Con la introducción de teléfonos móviles ilegales, los cabecillas encarcelados ahora pueden realizar sus actividades delictivas de forma remota. El uso de drones y el soborno a funcionarios corruptos facilitan la entrada de estos dispositivos a las cárceles, según testimonios en varios juicios recientes.
La gravedad del problema llevó al Departamento Correccional del estado a solicitar un aumento de 1,8 millones de dólares en 2020 para combatir la proliferación de teléfonos ilegales, un aumento significativo de 2.811 en 2008 a 13.450 en 2019.
Reyes, a pesar de estar tras las rejas, parecía tener acceso aparentemente ilimitado a estos teléfonos. Los fiscales alegan que coordinaba las entregas de drogas a empleados como Maciel, quienes luego distribuían cantidades más pequeñas de la sustancia a revendedores de menor nivel.
Leer más en El Tiempo