Caracas Al Dia
Los cementerios de Ecuador, especialmente en el sector rural, se convierten este jueves en una gran mesa donde los dolientes comparten alimentos de temporada con sus muertos, en una celebración que muestra la marcada sinergia del Día de Muertos.
En San Juan Bautista de Punin, un pequeño y pintoresco pueblo en el corazón de los Andes ecuatorianos en la provincia de Chimborazo -nombre del pico más alto del mundo medido desde el centro de la tierra-, los indígenas traen las mejores cosas, comida deliciosa para conversar con los espíritus de sus gentes que se han ido.
Este tipo de celebración indígena es muy similar a la idea de la conmemoración católica del Día de Muertos, aseguró a Efe el párroco de Punín, Marco Gonzagón, al comparar las cosmovisiones andinas y los rituales cristianos.
También se revela en el mundo mitológico indígena del Ecuador, la trilogía católica de “cielo, tierra e infierno”, donde también se revelan estos tres conceptos, explicó el párroco.
La palabra quechua “hawa pacha” significa “mundo superior” o el cielo católico, mientras que “kai pacha” es el mundo medio, el terrenal, que es “uku pacha”, el mundo inferior, el lugar de los muertos.
Por eso, durante la temporada de muertos, los indígenas entienden que los vivos -los terrenales- deben ir al mundo de los muertos y por ello traen los manjares que deleitan los espíritus de ese lugar de vida, señaló. el párroco.
Alrededor de las tumbas de los familiares fallecidos se sirven grandes platos como cuy asado (cuy) o pollo, mot (un tipo de maíz cocido), patata (papa), frijoles, gansos y mashua (tubérculos andinos). Recuerda los momentos felices que las familias unidas compartieron en la vida.
También es común colocar en la “mesa” pan de colada morada y guaguas (niñas, en quechua), dos delicias propias del Día de Muertos en Ecuador que se han convertido en “platos” gracias a las fuerzas de la modernidad. Moda de la temporada”.
La Colada Morada es una bebida caliente y espesa elaborada a partir de un tipo de harina de maíz tostada, elaborada con mortino, una fruta agridulce de los moros andinos similar a los arándanos.
Las guaguas de pan son panecillos salados o dulces con forma humana, decorados con glaseado de colores brillantes y rellenos de mermeladas de frutas como mora, chocolate o guayaba.
Es la “magia cultural” de los Andes, que combina la fe cristiana con un sincretismo que expresa la espiritualidad andina, comentó el párroco de Punín al recordar que hace unos años, antes de que la modernidad alcanzara a la fe, se difundieron la colada morada y las guaguas de pan. Eran una familia. Los esfuerzos expresaban un deseo de unidad y de compartir con los vivos y los muertos.
En un cementerio cercano a Quito, María Tituana acudió a la tumba de uno de los muertos con una gran manta sobre la que colocaba comida preparada para que “los espíritus comieran” en una práctica que continuó el mayor tiempo posible. recordar
Emperatriz Toscano visitó a su marido fallecido el año anterior, y junto al sepulcro colocó colada morada y guaguas de pan, que tanto amó en vida, así como la “comida diaria” que preparaba en casa.
Para Meliza Colahuazo, la fecha es especial para los ecuatorianos porque representa la unión con la memoria del difunto.
Por eso la gente aprovecha el Día de Muertos para limpiar las tumbas de sus seres queridos con quienes llevan delicias para compartir un momento espiritual, agregó.
Las celebraciones funerarias, sin embargo, son aprovechadas por muchos para desconectar de la vida cotidiana, relajarse y disfrutar de un puente festivo que se prolonga hasta el próximo domingo.
La celebración del Día de Muertos se suma a la conmemoración de la independencia colonial de la ciudad andina de Cuenca, la tercera más importante del país, que celebra 203 años de la consecución de esta independencia.
Las playas y otros atractivos turísticos son imanes para la mayoría de los ciudadanos que disfrutan de este puente festivo, el más largo del año.
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