con una espátula
Es inusual que los jefes de espías se burlen abiertamente de sus rivales. Pero el mes pasado, el director de la CIA, Bill Burns, no pudo resistirse a ver la guerra en Ucrania como una bendición para su agencia. “Corriente subterránea de descontento [entre los rusos] creando una oportunidad de reclutamiento generacional para la CIA”, escribió en Foreign Affairs. “No vamos a dejar que se desperdicie”. El comentario tocó la fibra sensible de los “servicios especiales” de Rusia, como el país describe a sus agencias de inteligencia. Los espías rusos arruinaron los preparativos de guerra y luego fueron expulsados en gran medida de Europa. Pero la evidencia recopilada por el Royal United Services Institute (RUSI), un grupo de expertos de Londres y publicada hoy exclusivamente por The Economist, muestra que están aprendiendo de sus errores, ajustando su oficio y embarcándose en una nueva fase de guerra política contra Occidente.
Los últimos años han sido tumultuosos para los espías rusos. En 2020, agentes del servicio de seguridad ruso FSB envenenan al activista opositor Alexei Navalny, recientemente fallecido. Se burló de ellos por mancharle la ropa interior con Novichok. Luego, el FSB le dio al Kremlin una visión optimista de cómo se desarrollaría la guerra, exagerando las vulnerabilidades internas de Ucrania. No ha logrado impedir que las empresas occidentales roben y promuevan los planes de Rusia para invadir Ucrania. Y no quiso o no pudo sofocar una breve rebelión organizada el año pasado por Yevgeny Prigozhin, el líder del grupo mercenario de Wagner. La SVR, la agencia de inteligencia exterior de Rusia, ha visto diezmada su presencia en Europa, con casi 600 funcionarios expulsados de las embajadas de todo el continente. Al menos ocho “ilegales” (oficiales de inteligencia que operaban sin cobertura diplomática, a menudo haciéndose pasar por no rusos) quedaron expuestos.
El estudio RUSI, escrito por un par de analistas de la agencia Jack Watling y Nick Reynolds, y Oleksandr Danylyuk, ex asesor del ministro de defensa de Ucrania y jefe de inteligencia exterior de Ucrania, se basa en documentos “obtenidos por los servicios especiales rusos”. En entrevistas con “organismos oficiales relevantes” (presumiblemente agencias de inteligencia) en Ucrania y Europa. A finales de 2022, según el estudio, Rusia se dio cuenta de que necesitaba informes más honestos por parte de sus empresas. Puso al subjefe de gabinete del Kremlin, Sergei Kiriyenko, a cargo de un “comité especialmente influyente”. Coordinan operaciones contra Occidente y luego miden su impacto.
Este cambio de personal parece haber creado una campaña de propaganda más coordinada. En Moldavia, por ejemplo, los esfuerzos antes dispersos y fragmentados contra el intento del país de ingresar a la UE se volvieron más coherentes y enfocados el año pasado. Personalmente vinculó su candidatura a la presidencia y lo culpó por los problemas económicos de Moldavia. También se han intensificado las campañas destinadas a socavar el apoyo europeo a Ucrania. En enero, expertos alemanes publicaron detalles de cómo X (anteriormente Twitter) estaba difundiendo decenas de miles de publicaciones en alemán por día desde una red de 50.000 cuentas en un mes. El 12 de febrero, Francia descubrió una gran red de sitios de desinformación rusos en Francia, Alemania y Polonia.
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