Caracas Al Dia
En una época de hiperpartidismo, a veces parece que demócratas y republicanos no pueden ponerse de acuerdo sobre el color de la hierba. Por eso, es notable que 13 demócratas del Senado y siete republicanos firmaran una carta dirigida al Secretario de Estado Anthony Blinken el 31 de agosto pidiendo a la administración Biden que despertara y acabara con la dictadura en Venezuela.
Por María Anastasia O’Grady
Las elecciones presidenciales de Venezuela de 2024 son una oportunidad para restaurar la democracia, y Estados Unidos está interesado en que esto suceda, explicaron los senadores en su carta. La economía está al borde del colapso. “Más de 7 millones de venezolanos ya han huido del país desesperados”. La nación “no puede tolerar otra elección fraudulenta, que sólo traerá más sufrimiento” y “aumentará una mayor inestabilidad en Estados Unidos”. Sin embargo, hacia allí se dirige el régimen, que “ya está haciendo todo lo posible para socavar la perspectiva de una votación creíble”.
Puede parecer absurdo hablar de elecciones libres en una dictadura. Los estados policiales creados por Stalin, Mao, Castro y Chávez aseguraron que el jefe y sus sucesores nunca fueran destituidos del poder. Sin embargo, los hombres poderosos de la historia moderna se han distinguido por la voluntad popular. Fue sucedido por Daniel Ortega de Nicaragua en 1990 y Slobodan Milosevic de Serbia en 2000.
En una reciente entrevista telefónica desde Caracas, la candidata presidencial María Corina Machado reconoció múltiples intentos fallidos de restaurar pacíficamente la democracia en su país. Pero esta vez, afirmó, las cosas son diferentes.
Una razón es que el gobierno venezolano se ha transformado en un sindicato del crimen organizado reconocido internacionalmente, e incluso líderes de izquierda como el presidente chileno Gabriel Boric se han distanciado de él. “Maduro se ha convertido en una figura tóxica”, dijo Machado, refiriéndose a la investigación en curso de la Corte Penal Internacional sobre presuntos crímenes contra la humanidad.
Las primarias de la oposición previstas para el 22 de octubre son otro motivo de esperanza. Trece candidatos compiten por una única nominación que el principal partido de oposición y otros se han comprometido a apoyar. Las primarias privadas pasan por alto el Consejo Nacional Electoral de Maduro. Se aceptarán votos en 81 ciudades de todo el mundo para atender a la gran diáspora; Hay 3.010 colegios electorales en 24 estados de Venezuela.
“Venezuela parecía desesperada hace seis meses”, dijo Machado. “Pero nunca más”. Hoy es “una sociedad decidida a luchar por la libertad”.
El candidato enfatizó que el apoyo crítico entre los grupos con los que alguna vez contaron Maduro (y Chávez) se ha desmoronado. “Se ha perdido el control del régimen sobre una gran parte de la población”. Estos incluyen “elementos de las fuerzas armadas, policías, grupos paramilitares conocidos como ‘colectivos’. Lo que veo es que la presión social ha aumentado a tal punto que la gente está desesperada y los militares también están en el rango bajo y medio”. Los grupos de poder dentro del gobierno se están desintegrando, dijo, citando la purga en marzo del ex miembro de Chávez Tarek El Aissami, acusado de corrupción en la petrolera estatal PDVSA.
Una encuesta de junio realizada por la firma encuestadora venezolana Delphos encontró que el 85% de los venezolanos cree que el gobierno necesita cambiar. Machado quedó primero en la encuesta con una ventaja de 27 puntos sobre su rival más cercano. Maduro lo considera una amenaza. En junio lo inhabilitó para presentarse a las elecciones de 2024.
“Toda su campaña es: ‘No voten por él porque no lo dejarán postularse'”, me dijo Machado. Pero su popularidad aumentó debido a la prohibición. “Si lo arreglo, quedará claro quién es el líder de la oposición. Maduro se verá obligado a levantar la prohibición de presentar candidatos y celebrar elecciones libres en sus negociaciones con la comunidad internacional”.
Machado calificó de “absurda” la crisis humanitaria en Venezuela, rica en petróleo, porque “ningún otro país de la región tiene lo que tiene Venezuela”. Para combatir la pobreza, imaginó convertir al país en una potencia sudamericana, creando oportunidades para todos los segmentos de la sociedad.
“Los inversores extranjeros que aceptan la falsa impresión de que no hay posibilidad de cambio de régimen simplemente quieren coexistir. Pero Maduro no es invencible. Restauraremos la confianza, reestructuraremos la deuda y nos embarcaremos en una privatización masiva y generaremos enormes retornos de la inversión”.
Lo más importante para Machado es que la calidad de vida de los venezolanos que hoy sufren, más allá de las privaciones materiales, será también una pérdida inimaginable de seres queridos obligados a emigrar.
“Hay un elemento que une a los venezolanos: el deseo de tener a nuestros hijos en casa”, afirma. “La gente está luchando por reunir a sus familias o diciendo: ‘No quiero ser el último’. Ha alcanzado una dimensión espiritual. Muchas personas que se consideran chavistas dicen: ‘Estoy tan cansado de esta humillación’. “Vence el hambre”.
Machado dice que la migración hacia el exterior es intencional por parte del régimen. “Quieren que la gente se vaya”. Pero “cuando la gente ve que cosas que parecen difíciles e imposibles son moralmente inevitables, se logra el cambio”.
Este artículo fue publicado originalmente en The Wall Street Journal.