con una espátula
William Goitia agita billetes de lotería en autos que vende a choferes en Caracas. Bote: Medio millón de dólares.
Al menos tres lotos importantes han resurgido en Venezuela en el último año y medio, impulsados por una dolarización informal que el gobierno permitió como válvula de escape ante una crisis cada vez más profunda.
Jugar a la lotería es parte del ADN de Venezuela y durante décadas se realizaron rifas que repartieron premios millonarios en bolívares. Incluso el difunto expresidente Hugo Chávez no los tocó cuando prohibió los casinos y las salas de bingo en 2011.
Pero la moneda local colapsó debido a la hiperinflación, lo que hizo que esas recompensas fueran menos atractivas. Ofrecer “un gordo” en dólares era impensable, incluso ilegal.
Con la flexibilización de los estrictos controles de cambio en 2018, las cosas cambiaron. Triple Gordo, que vende Goitia, tiene hoy un boleto de premio de $500.000.
“Realmente tenemos muchas ventas”, dijo a la AFP la diseñadora gráfica de 55 años, vendedora desde hace seis meses.
Además de Triple Gordo, reintroducido el 1 de enero de 2022, este año también vio el regreso de Kino Tachira, que se ha convertido en el sorteo más popular del país y tiene un premio mayor de $750,000 esta semana.
Kino, en su apogeo, llegó a repartir el equivalente a $2 millones en 1998.
Son premios pequeños en comparación con otras loterías del mundo que dan decenas de millones de dólares, pero en Venezuela, donde los salarios rara vez superan los 100 dólares, 500.000 es una fortuna que te permite soñar.
– “escapar” –
El ambiente en el estudio de televisión es frenético: las bolas están en la máquina, las luces están encendidas y los animadores respiran hondo. Esta es la primera transmisión de “La Bola Loca” de Lotería Julia, que reparte “Half Stick”, $500.000.
“Teníamos más de 18, 20 años que no teníamos productos millonarios ni gordos a nivel nacional”, explicó Merlín Rodríguez, presidente de esta lotería, que depende del gobierno (occidental) de este estado petrolero, que estaba mal afectado por ello. Crisis.
“Este sector sin duda está creciendo”, continuó Rodríguez, con inversión nacional -privada y pública- y extranjera.
Debido a la crisis, los puntos de venta de boletos en Julia han disminuido drásticamente -según Rodríguez- y los operadores han optado por métodos que van desde la entrega a domicilio hasta los servicios de mensajería.
“Antes Venezuela tenía más de 80.000 puntos de venta (…) y ahora no hay ni 2.000”, explicó Ricardo Bravo Vargas, un empresario vinculado a la industria del entretenimiento que jugaba otra lotería en Cozedes (Centro Oeste). horizonte.
“Se impone el modelo digital, porque todos, o casi todos, tienen celular. Van a comprar, jugar y cargar celulares”, continuó.
“El resurgimiento de esta industria asociada a los juegos es proporcional a la crisis”, añadió.
“La mayoría de los países en crisis buscan rutas de escape al azar para aliviar la presión. Haití es un ejemplo, un país de una pobreza tan grande que cada día se juegan en promedio 3 millones de dólares. Y desde la pandemia ha empeorado, no solo en Venezuela, sino en todo el mundo”, comentó el empresario.
La economía rompió una caída de casi ocho años en 2022 y volvió a mostrar signos de estancamiento en 2023; Pero la dolarización sigue siendo fuerte y es un “componente central” del resurgimiento de la lotería, especula el economista Asdrúbal Oliveros.
“Las monedas de bolívar son mucho más comunes que las monedas. Está claro que estos premios están dolarizados” y “en términos de dólares pueden ser significativos”, explicó Oliveros.
En Venezuela es común que los gobiernos regionales como Julia realicen loterías. Kino proviene de la Lotería Táchira (Occidente) del gobierno de ese estado y de la Lotería Triple Gordo Oriente, Monagas (Oriente).
Así, según Oliveros, las rifas sirven como una “fuente alternativa de ingresos” ya que las asignaciones presupuestarias del gobierno central disminuyen por falta de efectivo.
– “Hago mi jugada” –
Nadie se llevó el medio millón del primer sorteo de “La Bola Loca”, que contó con unos 3.200 ganadores de premios menores.
En el estudio está Frenerlis Díaz, de 26 años, quien ganó $1,000 en un sorteo anterior en las redes sociales.
No puede dejar de sonreír cuando recibe un sobre con dinero en efectivo.
“Crecí en ese mundo de la lotería”, recuerda. “Le di a mi papá una pequeña carta que decía ‘Te amo papá’, y lo que escribió en el reverso fue (dibuja los números) Oportunidad A, Oportunidad B, y cuánto iba a jugar”.
La tradición continúa con vendedores ambulantes como Goitia, que gana $60 por cada 100 boletos vendidos.
Goitia dice que en una buena semana puede embolsarse entre $80 y $100, 20 veces el salario mínimo mensual, que cubre lo básico para su familia. Y cuando le llega, toca.
“Yo también arriesgo, pruebo suerte y juego”, dice. “Gané 100, 200 y los dólares impares”.
Pero su sueño es definitivamente el mayor premio.
AFP