Caracas Al Dia
“Tuve que afrontar una vida muy difícil, lejos de mi casa, lejos de mi abuela”: Cuando Mildred Álvarez tenía 24 años, fue condenada a seis años de prisión en Venezuela por extorsión, aunque siempre lo defendió. inocencia
por vozdeamerica.com
Una vez libre, Mildred, de 32 años, queda rodeada de colinas y plantaciones de caña de azúcar, dijo Voz de America Cómo llevó su vida.
“Yo era muy rebelde y esa rebelión me llevó a tomar malas decisiones y esas decisiones me costaron tres años y medio de prisión”, recuerda desde El Consejo, estado Aragua (centro-norte), a unos 90 kilómetros de Caracas, donde Beneficio Fundación Santa Teresa, el brazo social de la famosa marca de ron venezolano.
En prisión tenía dos opciones. “O me quedaba mirando al techo de mi celda como muchos de mis compañeros de clase, o intentaba invertir mi tiempo (…) en cambiar mi rumbo”, afirma.
Mildred eligió lo último. Y probó lo que estuvo a su alcance; Un poco de música, costura, pintura… y rugby.
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Estuvo alojada durante casi cuatro años en el Instituto Nacional de Orientación de la Mujer (INF), uno de los 14 centros femeninos incluidos en el Plan de Reinserción Social del Proyecto Alcatraz de la Fundación Santa Teresa, que organiza el rugby penitenciario.
“No tenía idea de que existía el juego, y mucho menos de que las mujeres pudieran jugarlo”, recuerda Mildred.
No se propuso simplemente aprender y jugar… buscó y reclutó mujeres “en la cancha” para formar “el primer equipo femenino de rugby carcelario del mundo”.
“Hice una lista de todas las mujeres que querían participar en un nuevo equipo, un nuevo deporte para nosotros”.
El rugby afirmó haberlo “salvado (…) de caer en depresión o de darse por vencido cuando sentía que estaba a punto de caer (…) estaba cansado de ser privado de su libertad”.
Así conoció el Proyecto Alcatraz, que comenzó hace 21 años con el reclutamiento de unos 50 pandilleros en Aragua y luego se expandió a cárceles de Venezuela que, como la mayoría de las cárceles de América Latina, se caracterizan por la violencia y el hacinamiento.
“Un crimen que no cometí”
En 2016, Mildred vivía con su abuela en un barrio “peligroso” al oeste de Caracas.
“Mi abuela era muy protectora, ni siquiera me dejaba ir a las bodegas”, cuenta. “Al principio no veía que me estaba protegiendo del entorno en el que vivíamos (…), luego comencé a rebelarme por esa protección extra”.
Y esa rebelión, dice, “me terminó en prisión a los 24 años por un crimen que realmente no cometí. “Me implicaron injustamente”.
“Yo tenía un socio… abrimos una cuenta conjunta porque teníamos planes a futuro (…) bueno, mis planes estaban muy bien organizados, pero los suyos no estaban del todo claros (…) él es muy ilegal con las cuentas bancarias Lo hicimos y “ambos estuvimos involucrados”, dice, aunque no le gusta entrar en detalles.
Su abuela murió mientras estaba en prisión.
Aunque fue sentenciada a seis años de prisión, Mildred pagó sólo tres años y medio por buena conducta y libertad condicional.
“Me fui con la incertidumbre de que mi vida había estado paralizada durante tres años y seis meses”.
“conversión”
Salió de prisión con un currículum irregular, estudios inacabados y “tres años y seis meses” de una vida paralizada.
Pero pudo sumarse al proyecto que “lo salvó” y lo ve como una oportunidad para “corregir la vida y emprender nuevos horizontes”.
Mildred, que está embarazada, trabaja con la Fundación Santa Teresa y el Proyecto Alcatraz. Es un “embajador” de la marca y sus rones.
“Nunca imaginé que representaría una marca”, continúa la mujer que estudia inglés, francés y toma clases de violinista.
Y en su deseo, de llevar al mundo su historia de “transformación”.