Caracas Al Dia
La crisis humanitaria que se desarrolla a diario en la frontera entre México y Estados Unidos ha cobrado un nuevo enfoque. Miles de migrantes -las estimaciones extraoficiales oscilan entre 3.000 y 5.000- dormían este jueves a la intemperie en la ciudad texana de Eagle Pass, que está conectada por un puente internacional con Piedras Negras en Coahuila, en el lado mexicano. El cruce es uno de los puntos calientes de la línea y en los últimos días ha habido un aumento en el flujo de personas que intentan llegar a EE.UU. Las autoridades estadounidenses concentran a los inmigrantes en un terreno baldío a las afueras del municipio , quien pasó la noche al amparo de una manta térmica mientras esperaba el procesamiento por parte de los agentes fronterizos.
Para el país
La foto, otra muestra de la desprotección y vulnerabilidad de las poblaciones migrantes que viajan entre México y Estados Unidos, llegó el mismo día en que los presidentes de ambos países, Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden, mantuvieron una llamada telefónica. Los que aceptaron reforzar los controles fronterizos. El anuncio se produce después de que el presidente mexicano reconociera un aumento inusual de los cruces irregulares, que han aumentado un 31%, según la Patrulla Fronteriza estadounidense (CBP). Una delegación encabezada por el secretario de Estado estadounidense, Anthony Blinken, visitará México en los próximos días para desarrollar una nueva estrategia de control.
La crisis migratoria tiene dos caras. Por un lado, las decisiones políticas tomadas entre los dos ejecutivos siempre estuvieron encaminadas a apretar el puño para resistir a la inmigración. La táctica no es nueva, responde a la tendencia general de los últimos años, con innumerables ONG y organizaciones humanitarias condenando constantemente a los migrantes por violar sus derechos humanos. Por otro lado, hay rostros que sufren estas medidas: sólo este diciembre más de 250.000 personas -según CBP-, en su mayoría originarias de Centroamérica, Sudamérica y México, huyen de la pobreza, la desigualdad y la violencia estructural, agresiones, violaciones, secuestrar o viajar por territorio mexicano plagado de abusos de poder policial así como encontrarse en la frontera con Estados Unidos con un muro de contención.
El alcalde de Eagle Pass, Rolando Salinas, calificó la situación de volátil y achacó la situación a un completo descontrol en el paso fronterizo. Salinas ha criticado repetidamente a la administración Biden por “abandonar” a la comunidad a su suerte. En septiembre, declaró el estado de emergencia después de que ingresaran 5.000 inmigrantes. A fines de noviembre, prohibió el tránsito desde Piedras Negras, una medida destinada a redistribuir agentes de tránsito a tareas de control migratorio para reducir los flujos irregulares. Según Univisión, este jueves el tráfico continuó bloqueado en el Puente Internacional 1 y reducido a un carril en el Puente Internacional 2, que tiene una fila de autos de ocho kilómetros. El municipio también ha suspendido los servicios de trenes.
Las imágenes de las multitudes vistas este jueves en Texas se repiten cada pocas semanas en los puntos conflictivos de la frontera, desbordadas por un flujo constante que ninguna política gubernamental ha logrado detener. Los centros de detención de inmigrantes en Estados Unidos están saturados más allá de su capacidad. Según el canal de televisión News Nation, sólo el sector de El Río, que incluye Eagle Pass, alberga actualmente a 5.200 personas, un 256% por encima de su capacidad. Al menos 18.500 arrestos de inmigrantes ocurrieron entre Texas y Arizona.
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