El presidente de Argentina, Javier Miley, dijo en una entrevista con el medio estadounidense The Free Journal, publicada este jueves, que odia al Estado, que le gusta ser un “topo” en él y que está “dispuesto a soportar mentiras”. “calumnias e insultos.”
“Me encanta, me encanta ser un topo en el reino. Destruyo el reino desde dentro. “Es como infiltrarse en posiciones enemigas”, respondió cuando le preguntaron si le gustaba ser un “zorrillo de jardín” en una entrevista realizada la semana pasada en el marco de una visita a Palo Alto (California, EE.UU.).
“La reforma del Estado tiene que ser realizada por alguien que odia al Estado y yo odio tanto al Estado que estoy dispuesto a soportar todas estas mentiras, calumnias e insultos contra mí y mis seres queridos. , que son mi hermana y mi perro y mis padres, para destruir el Estado”, añadió.
El presidente de Argentina habló de la “difícil lucha” que enfrenta contra lo que llamó una “guerra cultural” que ha estado dominada por el socialismo durante décadas pero que, lentamente, está siendo destruida por los libertarios.
“Esta guerra no la estamos librando sólo a nivel económico y político, no hemos abandonado la guerra cultural y todo eso va a crear una situación en la que la Argentina volverá a crecer con mucha fuerza”, indicó.
El ultraderechista en la entrevista omitió que su gobierno ha aumentado la pobreza en tiempo récord, despidió a más de 7.000 trabajadores y hoy el 54 por ciento de los argentinos son pobres. Tampoco habló de la altísima tasa de inflación que azotaba a un país que no atravesaba un conflicto.
Sin embargo, Miley marcha hacia su destino (o preppy) sin frenos. Sostuvo que “la gente ha entendido y asimilado que el populismo y todos los atajos del socialismo no funcionan, y eso es un elemento de ser demasiado optimista”, y dijo que su ascenso al poder fue resultado del descontento, no del apoyo. Por las políticas destructivas del estado.
La extrema derecha no ha perdido la oportunidad de volcar su ira contra la izquierda y contra la visión de justicia social, por lo que se ha declarado enemigo de las políticas de equilibrio social.
“Este concepto repugnante y despreciable de justicia social en realidad va en contra del capital humano porque si estudias, trabajas, intentas hacerlo bien, el Estado vendrá y te robará el dinero y se lo dará a gente que no procesó”, enfatizó. .
El presidente se definió así como un anarcocapitalista que consideraba al Estado “una organización criminal”.