con una pala
Esperando en una larga fila de autos afuera de una estación de servicio en la calle Cecilio Acosta en Maracaibo, el auto del veinteañero venezolano Juan Mantilla tiene un número blanco escrito en su parabrisas: 277.
Por: VOA
Le tocaría llenar el tanque de su carro rojo en esa gasolinera, una de las pocas abiertas al norte de la ciudad y a donde llegó a las 9 de la mañana. Sin embargo, ya han pasado tres horas. El calor y la humedad del viernes amanecieron con un chubasco cerca del mediodía.
“Me desperté a las 5 am y leí el informe (en redes sociales y chats de mensajes directos) en el que se abrió la ‘bomba’. “Tengo unos 45 minutos para llegar al punto de recarga”, le dijo a Voice of America desde su asiento, estacionado junto a un bache llenando las grietas de la carretera, con el motor apagado.
La fila de autos marcados con números de tres dígitos se extiende como una teja por tres cuadras pasando un jardín de infantes, una escuela, residencias y frentes comerciales. Camino a la estación de servicio, varios conos rojos y algunos troncos prohíben estacionar en ciertas zonas de esa urbanización.
El panorama es similar en las gasolineras donde hay combustible disponible en Maracaibo, considerada una de las principales ciudades de Venezuela. Otras estaciones están cerradas. Por la tarde, muchas de estas estaciones están cerradas con cadenas, contenedores metálicos y alambres por falta de gasolina.
Después de meses de relativa normalidad, otras áreas como Julia y el distrito capital han visto escasez en las últimas semanas. El diario Bolívar Correo del Caroní calificó el envío de gasolina como “irregular”.
En Maracaibo son habituales las colas en las gasolineras, al igual que la espera de Juan. El joven los define como parte de la “normalización de déficits” en una ciudad venezolana donde también suele faltar el agua potable y la luz.
PDVSA habla de “exceso de demanda”.
Petróleos de Venezuela, la empresa estatal que monopoliza la producción y distribución de gasolina, culpó de la “demanda excesiva” de combustible a la publicación de “información falsa” en las redes sociales, instando a los usuarios a llenar sus tanques, explicó en mayo su vicepresidente. , costeando la empresa Entrega y Calidad, Juan Carlos Díaz.
En un video difundido en Twitter por la periodista del canal oficial Telesur Madeleine García, la funcionaria venezolana dijo que PDVSA había garantizado “la cantidad (de combustible) necesaria para cada estado del país”, aunque describió. Como “compras nerviosas”.
Díaz, quien asumió hace 3 meses tras la detención de su antecesor el coronel Antonio Pérez Suárez por cargos de corrupción, explicó que la producción de gasolina depende de dos refinerías en Falcón y Puerto La Cruz.
El gobierno nacional a menudo culpa a las sanciones económicas de Estados Unidos por sus problemas energéticos. En los últimos años, la producción y refinación de gasolina en Venezuela ha dependido de contratos con la República Islámica de Irán, que le suministra crudo ligero y concentrados para procesarlo.
El presidente Nicolás Maduro declaró en marzo una “guerra contra la mafia” contra las empresas petroleras y otras empresas estatales. Las autoridades arrestaron a 60 políticos, jueces, empresarios y funcionarios en relación con este escándalo.
Francis Chacón, de 31 años, se atrasó en sus funciones laborales este viernes. Estacionado en una cola de un kilómetro en una gasolinera al norte de Maracaibo, dice que ha tenido que esperar toda la mañana para llenar el tanque de su auto.
Apenas termine, dijo, se dirigirá a Machix, otro municipio a unas horas de distancia. “Me afecta mucho en mi trabajo”, lamenta.
Un trabajador de una empresa de fabricación de alimentos que pidió a la VOA que permaneciera en el anonimato por temor a represalias dijo que sus jefes le prohibieron faltar al trabajo haciendo cola durante horas en una estación de servicio.
El viernes por la mañana estuvo ausente porque, explicó, pagar el combustible en una gasolinera es más barato que comprarlo a revendedores o bachakeros, a pesar de las horas de espera. En una gasolinera el litro cuesta 0,5 dólares y en el mercado negro cobran el doble, a veces más.
“Esto es todos los días en Venezuela. Puede ser normal durante unos días, pero vuelven (las colas). Es un problema persistente, ya es común”, reflexiona.
Unos metros más atrás, en la misma fila, espera Lisbeth, una doctora de 68 años que prefirió mantener su apellido. El aire acondicionado de tu auto no funciona. Se peina, se seca el sudor. Parece cansado de esperar.
“Significa perder parte de mi tiempo, pero tengo que hacerlo”, dice. Su marcador de tanque, en el tablero, ya está en “e”. Unas pocas millas más y está varado.
Una letanía de “desastres”.
No suele tardar más de una hora en llenar de combustible a Aníbal Franco, quien arranca y detiene su auto para avanzar en la fila del kilómetro en la gasolinera Cecilio Acosta cerca de la concurrida avenida Delisius. Esta mañana, sin embargo, agregó 3 horas a la espera.
“Espero poder salir rápido, en unos 30 minutos”, predice, mientras su hijo escucha nervioso desde el asiento del pasajero. “Estamos sufriendo un desastre”, dijo.
A Douglas Pérez, de 36 años, le gusta pararse afuera de su auto, entre los baches y la basura, esperando el momento de moverse en la fila. “Es un poco lento, mucho tiempo perdido”, se queja, resguardándose bajo un sombrero del sol abrasador que sale después de la lluvia.
Invertir horas para repostar gasolina “es cosa de todos los días”, dijo Pérez. Vecino del municipio vecino, San Francisco, debe llenar el tanque a menudo cerca de la escuela privada donde estudian sus dos hijos en Maracaibo.
“Tengo que ir ‘de arriba abajo’ (entre los dos municipios). Dos veces por semana tengo este calvario”, se lamentó, antes de correr hacia su auto para moverlo. Cada vez ese día, el auto se movió apenas unos metros.