1655249
Alberto José Barrera Tiszka es un hombre generoso con una pluma: narrador, poeta, columnista y guionista, ganador del Premio Herald de Novela 2015 y del Premio Tusquets de Novela 2015 por Patria o Muerte.
El jurado consideró que merecía tan importante premio “por la valentía de contar la realidad de Venezuela de forma nada autocomplaciente a partir de las vivencias cotidianas de un grupo de personajes”.
Destacaron la “capacidad” del autor para hacerlo con un “ritmo narrativo absorbente”, que refleja el “dolor y la complejidad” de una vida marcada por la histeria y la excitación de un “país que espera un líder carismático”.
El estilo de escritura de Alberto tiene humor y originalidad y se nota cuando puede decir cosas muy difíciles con un verbo versátil que incomoda al referente y deleita al lector. Ha publicado novelas, cuentos, colecciones de poesía y libros de no ficción. Junto a Cristina Marcano, autora de la primera biografía de Hugo Chávez, lo representó desnudo y sin uniforme.
Puso la misma entrega en Patria, que escribió con la periodista Sarai Suárez y que le regaló un texto relevante sobre la obra de Olenka Carrasco, laureada del Festival de Fotografía de Arlés. Esta obra se ha convertido en un libro de colección, que rebosa arte desde todos los ángulos y que se fusiona en imágenes del dolor, la patria en la distancia y lo que significa la muerte.
Cine Simón es número uno del cine venezolano
Alberto lo dice.
– La obra “Patria” de Olenka Carrasco tiene como eje principal la muerte del padre. En cierta manera une a un país polarizado entre la tristeza y la resignación de una historia que se ha repetido y se sigue repitiendo una y otra vez.Más de 7 millones de migrantes venezolanos: Las muertes de familiares se sufren desde lejos. ¿Qué significa para ti esta realidad, la has pasado?
–Personalmente no he pasado por esta experiencia. Pero conozco muchos casos de este tipo. El proceso migratorio de los últimos años representa una enorme sacudida en la identidad de los venezolanos, en nuestra percepción de nuestro país, de la vida, de nosotros mismos y de nuestras relaciones con los demás. Nunca fuimos inmigrantes. Los inmigrantes también se encuentran en una emergencia. Migrantes desesperados Y toda inmigración es, sin duda, un duelo. Y creo que eso es parte de la maravilla del trabajo de Olenka: nos confronta con ese conflicto, profundiza en esa doble dimensión de patria y pérdida.
-¿Cree que obras como Patria de Oleñka pueden superar el olvido, recuperar el país perdido, unir de cierta manera a los venezolanos?
– No sé si podemos esperar tanto del arte, pero eso espero. Me gusta la forma en que formulaste la pregunta. Por supuesto que se trata de vencer al olvido. Esta es una de las funciones más importantes de la prevención. El fracaso de la industria del culto a la personalidad es una gran derrota para el chavismo. Pero eso no es suficiente. Es necesario mantener viva la memoria, la historia, la vida y la muerte de las víctimas. Y convertirlo en una experiencia sensorial y estética. Como lo hace Olenka, me parece imprescindible, fundamental.
–En uno de sus ensayos dice que no sorprende que el Cuartel de la Montaña donde está enterrado el expresidente Hugo Chávez se haya transformado en una naturaleza muerta. Esto me lleva a preguntarte a modo de reflexión ¿Qué importancia tiene crear nuevos símbolos para este arte del caos?
–Es muy interesante ver cómo el chavismo no sólo ha arruinado y arruinado las fortunas del país, sino que también ha hecho lo propio con el gran legado simbólico que le dejó Chávez. Uno de sus líderes se dedicó permanentemente, de manera narcisista, a construir una nueva simbología… pero, tras su muerte, todo se vino abajo. Ni siquiera la retórica de las sanciones –que es una historia que suele funcionar– ha funcionado bien en Venezuela. Las tragedias socioeconómicas han consumido los discursos y se necesitan nuevas historias, un nuevo símbolo que se esté construyendo, no sólo dentro del país, sino también en el nuevo país que vive y respira más allá de nuestra geografía.
-Todo cambia. ¿Qué se traduce en distancia el dolor de la muerte en Venezuela? ¿Qué opinas del quehacer artístico, intelectual y literario después de dos décadas en el país de la memoria que permanece en el camino del exilio?
–Es muy difícil organizar todo correctamente. Vivimos en una corriente de rápido movimiento que ocurre en muchos lugares al mismo tiempo. Creo que esto es algo que sólo podrá verse y analizarse con más claridad y disciplina dentro de unos años. Pero hay mucha gente que crea, intenta darle alguna forma artística o expresiva a lo que sucede. Y no pienso sólo en Patria de Olenka, en la reciente película Simón, en la cantidad de obras literarias que se escriben ahora dentro y fuera del país. También pienso en el periodismo. Es sorprendente lo que está haciendo el periodismo independiente venezolano.
-Francisco Arias Cárdenas teme que sus hijos sean tildados de destructores del país. Recuerde que cualquier paisano que fue perseguido sólo por estar con Marcos Pérez Jiménez, llama a que el odio y la bronca se dobleguen. Incluso recuerda a los universitarios que protestaron contra Julia, quien los envió a casa sanos y salvos. ¿Qué preguntarle después de esa declaración?
– Vi la entrevista que Vladimir Arias le hizo a Cárdenas. Y también me sorprendió mucho esa afirmación. En esencia, Arias Cárdenas, sin proponérselo, trazó un paralelo entre chavismo y peregimenismo. Quizás la entrevista podría haber ido más allá. Fue el reconocimiento de la dictadura. En realidad, si mal no recuerdo, Arias usó la palabra “minions”. Citó el temor de que los chavistas también fueran percibidos -y perseguidos- como nuevos seguidores de una nueva dictadura militar. Las personas también se expresan a través de sus miedos.
Andrea Músicacultura
Andrea Músicacultura