Venezuela es un país muy diferente al que era durante las protestas antigubernamentales que dejaron gente muerta, herida y deportada.
Estos episodios parecen haber sido olvidados por sus ciudadanos, pero una película local ha recuperado esta memoria reciente de la historia venezolana para rendir homenaje a las víctimas, pero también como una oportunidad para la reconciliación colectiva, según uno de sus creadores.
En ese contexto nació “Simón”, una de las películas venezolanas más exitosas del año, cuyo éxito no sólo se refleja en la taquilla nacional. También se ha proyectado en varios festivales internacionales y ha ganado premios.
La película del director venezolano Diego Visentini cuenta la historia de un joven estudiante, interpretado por el actor Christian McGaffney, que decide trasladarse a Estados Unidos en busca de asilo político tras las protestas y la represión en Venezuela. Sin embargo, en el proceso recuerda todas sus experiencias y reconsidera si realmente valió la pena.
“Simón es testigo de lo dura y desigual que fue la lucha (protestas 2014/2017), también de lo injusta que fue. “Una de las lecciones interesantes de Simón es que todo el país dio las llaves del auto a una generación de estudiantes y les dijo: ‘Adelante’ y fue injusto porque era difícil”, dijo la productora de la película, Mariel Raskin, durante una conferencia. entrevista con Voz de America.
“El país los ha dejado en paz. Ellos, con ese hermoso entusiasmo de la juventud, salieron a luchar, se lanzaron a una misión casi suicida, muy peligrosa, en la que expusieron mucho de sí mismos. Cuando se supone que lo único que deben hacer los jóvenes es ir a la universidad, ir a bailar…”, añadió.
El trabajo detrás de “Simón”.
La historia del joven estudiante no fue llevada inicialmente al cine, sino a un cortometraje que se estrenó en 2019 y recibió tan buenas críticas que su director reconsideró la idea de llevarlo a la pantalla grande.
Fue así como Vicentini contactó a Rasquin, director de otra película venezolana como “Hermanos”, quien al conocer la historia decidió apoyarlo y actuar como productor de la película.
“Un día Diego me llamó para contarme la idea y cómo podía ayudarlo. Acepté porque me sentía familiar y recuerdo cuando busqué apoyo para mi película Harmans. Entonces le dije: ‘Oye, no sé qué vamos a hacer, pero te voy a acompañar, vamos a producir la película, puedo ser tu productor'”, recordó Raskin. .
El director venezolano aseguró que uno de los desafíos más importantes de la película fue lograr la dualidad en cuanto al tipo de público al que va dirigida. Explicó que aunque sabían que la historia resonaría más entre los venezolanos, también querían que los extranjeros pudieran entenderla para poder conectarse.
“No queríamos que fuera una película sobre nosotros, queríamos invitar y mostrar al mundo lo que hemos experimentado y lo que se siente, el drama humano que existe en la vida de Simon. Por eso hay personajes americanos. Entonces fue un ejercicio dual de cómo le contamos la historia a alguien que no sabe nada de Venezuela y cómo se la contamos a los venezolanos que lo entienden todo. Entonces hay que mantener el equilibrio. Queríamos que la chica venezolana en Minnesota fuera al cine con su novio gringo y ambos pudieran entenderlo”, explicó.
Raskin también aclaró que si bien Simón toca un tema político, sensible para la sociedad venezolana, no es una película política, sino humanitaria y no es una invitación a volver a las calles.
“Es una película sobre el dolor, la culpa y el perdón; sabíamos que esa era realmente la fuerza de nuestra historia. Transmitir desde una perspectiva humana lo que Simón sintió y resonar con fuerza en el pecho y la espalda de quienes lo vieron”, añadió.
Según el productor, la proyección de esta película y la sensación que deja en quienes la ven son señales de que existe “una herida latente y muy reciente” entre los venezolanos que parece ya olvidada.
“La película muestra que cuando lo necesitamos, no podemos olvidar lo que nos pasó, lo que nos hicimos a nosotros mismos como país, el daño que nos hicimos y que esos dolorosos y dolorosos acontecimientos siguen siendo una herida viva. ,” dicho.
Simone fue filmada en la ciudad de Miami en 2021, en medio de la pandemia de COVID-19, y contó con otros actores como Roberto Jaramillo, Franklin Virguez, Pedro Pablo Porras, José Ramón Barreto, Prakriti Maduro y Arian Girón. Además de un equipo técnico en su mayoría proveniente de Venezuela.
Evaluación exitosa
Aunque el grupo creía que la película podría ser censurada en las salas venezolanas por su contenido, no fue así. “Simon” se proyecta en todos los cines del país a partir del 7 de septiembre. Ruskin dijo que no sabía por qué se tomó la decisión, pero que estaba agradecido de que se le permitiera ver.
“Esta película ha gozado del manto de protección desde sus inicios, ha tenido buena suerte a pesar de que hemos pasado por tantos cambios, ‘Simón’ está bendecida, es un milagro. Y se lo atribuyo a quienes protestaron, a quienes está dedicada la película.”
Agregó que el equipo de la película está profundamente agradecido por el éxito en las salas, algo que ciertamente no esperaban y fue un regalo para quienes colaboraron, especialmente por sus reacciones cuando terminaban de ver una película. La historia de la película, que según el productor, es una de las obras más importantes de su carrera.
“Estamos muy inspirados y emocionados de ver la avalancha que ‘Simón’ pretende mostrar. También nos dimos cuenta de lo mucho que valoramos, la gente conecta tan profundamente: es un regalo y un reconocimiento al trabajo de todos”.
“No esperábamos esta catarsis colectiva, no sólo el éxito de taquilla, que tampoco esperábamos, pero eso no es lo más importante, lo más significativo es que estábamos en todas esas salas y la respuesta fue gente felicitándonos. , aplaudiendo, agradeciendo. Eso es lo que llevamos con nosotros. Es una sorpresa hermosa y triste a la vez, es agridulce”, concluyó el productor, no sin antes enviar un mensaje a los jóvenes venezolanos que se identificaron con la historia.
“Todos somos Simón o tuvimos Simón, lo que les diré es que fue muy difícil y es necesario ese abrazo, esa reconciliación y que reconsideremos nuestro propósito, protejamos nuestra vida y nunca nos rindamos. Hay muchas maneras de luchar, de comprometerse, y en ninguna de ellas se debe dar la vida”, concluyó.
Entre 2014 y 2017 se registraron más de 250 muertes durante las protestas, según Prova y el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social.