con una espátula
“Era un día extraño”, recuerda Solange Barbara Nova mientras hornea pan para venderlo el sábado por la tarde.
Por BBC Mundo
“Era horrible. Hacía tanto calor que fui dos veces a mi casa a dar agua, para que los perros estuvieran más frescos”, recuerda.
Ese día, uno de los focos del incendio de Valparaíso -un incendio “violento”, “incontrolable” en palabras del geógrafo chileno Luis Álvarez- avanzaba a gran velocidad hacia la casa de Novaya y sus vecinos en el sector de El Salto.
Por la mañana se emitió una alerta de evacuación.
Entonces el viento empezó a soplar. “Había un viento terrible”, relata.
“Escuché cómo las cosas estaban explotando. Frente a la casa de mi hermana, donde teníamos una panadería, se rompió el poste (poste de electricidad). Me quedaba el último pan por hornear, pero no llegamos a nada”, dice Barbara.
“Fue muy rápido. Me senté en el banco donde di un paso y el viento de negocios comenzó a salir. Creo que eran 20 a 6, y era un infierno a las 6”.
Ese infierno provocaría más de 120 muertos en el centro del país.
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