con una espátula
Cuando tenía 18 años, María* huyó de las pandillas en su país de origen y vino a los Estados Unidos. Unos meses después de establecerse, mientras intentaba saldar su deuda de viaje, conoció al hombre que se convertiría en su socio y padre de su primera hija. Aunque “al principio todo iba bien”, dos años después, “empezaron los problemas, empezó a pegarme, empezó a insultarme”.
Por Belén Mora y Salomé Ramírez Vargas Voz de America
María y su pequeña hija soportaron meses de abuso físico y emocional, y su historia se une a la de millones de mujeres que experimentan este mal cada año en un número cada vez mayor en los Estados Unidos.
“Dije, ni yo ni mi hija podemos sufrir porque nos trató mal a los dos… Me dijo que tenía que mentir porque si decía algo me mataba”, dijo María a Voice of America.
Datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) indican que el 34,4% de las latinas en Estados Unidos dicen haber experimentado violencia doméstica en algún momento de sus vidas. Una cifra que supera la media nacional del país.
Sin embargo, María logró salir de su primera situación violenta. En un nuevo trabajo, un año después, conoció al padre de sus hijos menores, quien repitió un patrón de abuso contra ella y sus hijos a lo largo de los años.
“El tipo me golpeó, me agarró del cuello… Me liberé de una situación de abuso y sólo volví a lo mismo”, dijo. Un día, en medio de un episodio violento, logró contactar con las autoridades.
“Cuando me agarró del cuello me tiró sobre la cama, cuando me tiró sobre la cama saltó encima de mí, me agarró con ambas manos… agarró una almohada, me la puso en la cara, yo Era asfixiante, eso dije”. Tal vez vine, me va a matar…”, describió María. La policía pudo entrar en su casa, liberarlo y arrestar al hombre, que fue llevado a prisión con orden de deportación.
Los CDC señalan que una de cada tres latinas en Estados Unidos experimentará violencia doméstica en su vida, y una de cada doce la ha experimentado en el último año. “Significa que puedes caminar por el mundo y que alguien que conoces pueda estar sufriendo en silencio a manos de alguien que dice que lo ama”, dijo Katie Ray-Jones, directora ejecutiva de la Línea de Apoyo contra la Violencia Doméstica.
Ray-Jones destacó que la violencia doméstica, además de física, puede ser amenazas e intimidación con control de dinero o financiera, psicológica. “Realmente pone a muchas víctimas y sobrevivientes en una posición en la que no pueden abandonar la relación porque sienten que no pueden ser libres”, explicó.
Hoy, María recibe ayuda psicológica en un intento de superar los encuentros violentos que marcaron su vida. Un esfuerzo apoyado por Ana Artiga, inspectora social y sobreviviente de violencia doméstica.
“Quiero ayudar a los inmigrantes, a las madres inmigrantes, para que no pasen por lo que yo pasé, al menos darles una guía, una educación para que no se sientan solas, como me pasó a mí”, dijo a la VOA.
Artiga experimentó violencia por parte de una pareja abusiva hace 15 años y hoy ayuda a mujeres como María, conectándolas con recursos y organizaciones. “Y les digo, si viajan hasta aquí y tienen el coraje de cambiar su situación de vida allí, por qué no hacerlo aquí, si aquí somos privilegiados, tenemos leyes que nos respaldan”.
El miedo como motor del silencio
Las organizaciones que protegen a las víctimas de violencia doméstica señalan que el principal desafío de la comunidad latina es la falta de conocimiento sobre sus derechos y los programas y recursos para protegerlos.
Las leyes de inmigración de Estados Unidos brindan protección a las víctimas de violencia doméstica en este país. Entre ellas, la visa U, que brinda protección a quienes han sufrido abuso físico o mental como resultado de una actividad criminal. Estos incluyen violencia doméstica, agresión sexual y acoso.
Una segunda opción de inmigración es la Ley VAWA, que hace que las víctimas de “crueldad extrema” cometida por un ciudadano estadounidense o residente permanente sean elegibles para la residencia permanente.
“Toda persona que esté viviendo lo que está pasando debe tener el coraje de llamar a la policía, denunciarlo o solicitar una orden de protección, que no afecte su situación”, explicó Serena Clark, defensora de DC Safe, una organización de Washington. Quienes trabajan para ayudar a los sobrevivientes de violencia doméstica.
La Línea Nacional de Violencia Doméstica recibe cerca de un millón de llamadas, chats y mensajes de texto al año. Alrededor del 17% de ellos son de la comunidad latina, explicó Ray-Jones.
“Queremos que la gente sepa que nadie merece sufrir abusos y que todos deben ser tratados con dignidad y respeto. Y queremos que la gente ayude”, señaló. “También sabemos de la barrera del idioma que a veces existe para alguien que habla un idioma distinto del inglés, cuáles son sus derechos cuando acude a los tribunales”.
En cuanto a María, mientras espera que se resuelva su solicitud de inmigración, dijo que lo que la mantiene adelante ante el desafío son sus hijos. “Mis hijos son mi motor, porque son por ellos por los que lucho cada día… No estoy sola, sé que muchas mujeres están pasando por lo mismo… Bueno, les pido que busquen ayuda”, dijo. concluyó.