con una espátula
Horas de análisis de imágenes satelitales de alta resolución han llevado a las agencias ambientales venezolanas a una conclusión sombría. En la cima del Tepu Yapacana, en el estado de Amazonas, a pocos kilómetros de la frontera con Colombia, hay indicios de minería ilegal, que parece no estar controlada. Ha habido indicios desde 2018, pero en los últimos meses se ha verificado exhaustivamente con imágenes analizadas por el proyecto MAAP (Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina de la ONG Amazon Conservation). Hay alrededor de 3.800 piezas de maquinaria en el parque nacional, lo que muestra un buen proceso tecnológico a pesar de estar fuera de la ley. E identificaron 86 dispositivos en la parte superior del tepu. “No hay casos en otros países amazónicos donde se esté explotando la parte superior de los tepuyes. Es muy singular y grave, sobre todo teniendo en cuenta que está dentro de un parque nacional”, advirtió por correo electrónico el investigador Matt Finner, director del MAAP.
Por Florantonia Singer | América del futuro | el país
La severa crisis económica de Venezuela es el telón de fondo de la fiebre extractivista que vive al sur del Orinoco. El Yacapana atrae entre 15.000 y 20.000 mineros, incluidos miembros de comunidades locales e indígenas y grupos extranjeros como la guerrilla colombiana del ELN y disidentes de las FARC, que controlan algunos de los negocios del área, según denuncias de Naciones Unidas y otros. Organización Esta área está ubicada en uno de los estados menos poblados, más pobres y más alejados de Venezuela, a más de 700 km de la capital. A pesar de la distancia, los autobuses salen de Caracas tres veces por semana, todos los días desde Puerto Ayacucho, la capital del Amazonas, y otras regiones de Venezuela. Quienes viven en Puerto Ayacucho también hablan de la presión sobre el pequeño aeropuerto de la ciudad, que solo ofrece vuelos comerciales quincenales pero donde aterrizan constantemente avionetas, supuestamente parte del movimiento en torno a la minería ilegal. Millones de venezolanos han huido del país debido a la crisis, pero un número desconocido se ha ido a las minas para sobrevivir.
“La minería se ha convertido en un factor de atracción de poblaciones y también aumenta la presencia de grupos armados que controlan el territorio y las personas”, dijo el geógrafo Héctor Escandel, de la oficina de derechos humanos del Vicariato Apostólico de la Amazonía. Ha aumentado recientemente y dos hechos así lo demuestran. La primera: el estudio de Finner pronostica más de 750 hectáreas de deforestación dentro del Parque Nacional Yapacana entre 2021 y 2022. 17 de estas hectáreas destruidas están encima del tepu. Segundo: Según el Observatorio de la Violencia de Venezuela, el estado Amazonas tiene la tasa de homicidios más alta de todo el país (18 por cada 100.000 habitantes). Hace un año, ocupaba el puesto 20. El 7 de enero, el cuerpo de un indígena esposado fue encontrado en Yapakana como una prueba más de la espiral de violencia que rodea a la minería ilegal.
“Ha habido un intento deliberado de fortalecer la cultura minera como una oportunidad para obtener riqueza, lo que ha llevado a conflictos interétnicos y al desgaste de la población indígena”, denunció Escandel, quien también destacó que ninguno de los habitantes del estado. La Amazonía se ha beneficiado de esa minería. “San Fernando de Atabapo, frente a Yapacana, es un pueblo que no crece, no tiene luz ni agua. Del lado colombiano, en cambio, Puerto Enírida ha multiplicado por 30 su población, tiene hospitales, carreteras, energía eléctrica”, enumeró.
En Yapacana, 3.227 hectáreas ya han sido afectadas por la minería, según los últimos cálculos de la organización ecologista SOS Orinoco, que ha liderado denuncias de violaciones de derechos humanos y destrucción ambiental en la región. El parque tiene una actividad minera más concentrada que en cualquier otro lugar del vecino estado de Bolívar, según lo analizado a través de los sistemas de información geográfica. “Cada día aparece una nueva mina”, dijo Cristina Burrelli, directora de SOS Orinoco
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